Las nuevas generaciones de dominicanos como en todo el mundo están consumiendo información elemental en medio de la prisa del día a día y con el simplismo y la agitación que imponen y promueven las redes sociales digitales.
No tengo idea de hacia dónde conduce ese inmediatismo infantil que ya está penetrando incluso en adultos mayores, pero lo que es cierto es que la cotidianidad de las personas se va cada vez más robotizando y el ejercicio de mirar hacia atrás, extraer experiencia y formular síntesis que contribuyan a mejorar las prácticas presentes y futuras, es escaso.
Por eso hoy trato de hacer un esfuerzo de recordar algunas características elementales de los gobiernos de los últimos cuatro presidentes que ha tenido el país desde 1996 al 2021, que son 25 años.
Leonel Fernández llegó al gobierno en agosto de 1996 para sustituir a Joaquín Balaguer que agotó los últimos diez años corridos, luego de una pausa de ocho, pero que al juntar estos diez con sus primeros 12, lo convirtieron en el gobernante de más largo ejercicio luego de la caída de Rafael Trujillo en 1961.
Fernández inició su primer gobierno caracterizado por una dirección colectiva donde la cúpula del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), su Comité Político, actuaba por consenso en la conducción del gobierno y los miembros del gabinete fueron nombrados con una especie de cuota de poder para esa élite. Con la excepción de José Tomás Pérez, la generalidad de los dirigentes del PLD fueron a ocupar posiciones en el Estado y a envolverse en la tolvanera de hacer frente a la inmensa deuda social que acumulaba la sociedad dominicana y a estructuras institucionales atrasadas, lo que los desvinculó grandemente de sus bases políticas y sociales, dejando espacio para formarse expectativas de ascenso social y vínculos con los poderes fácticos.
Por ese camino el PLD se expuso a dos amenazas: sustituir el liderazgo colectivo por la proyección individual, y como consecuencia de ello, desarrollar una mentalidad de cambiar totalmente sus estilos de vida sencilla para devenir, casi todos, en ricos y acomodados al poder y a los vínculos con los círculos de poder internacionales, nacionales y locales.
Ello explica que gente formada en la escuela boschista del honor, la honradez, la vida sencilla, la defensa del bienestar general de la población, el sacrificio por el pueblo, una parte importante de ellos, convertidos en funcionarios volcaran sus aspiraciones hacia todo lo contrario.
En el plano económico, se arroparon con la concepción neoliberal y formalizaron el descalabro de las empresas del Estado que habían sobrevivido a la muerte de Trujillo, a los gobiernos de Balaguer, de Antonio Guzmán y Salvador Jorge Blanco.
Es cierto que esas corporaciones habían perdido impulso y en gran medida servían como nido donde empollaban la corrupción y la deficiencia, pero en lugar de auditarlas, sanearlas y echarlas a competir en igualdad de condiciones con el sector privado, se las regalaron a estos y los beneficios para el Estado no se ven en la mejoría de las condiciones de la población que había financiado ese patrimonio estatal.
Aspectos positivos
Pero el gobierno de Fernández (PLD) introdujo aspectos novedosos y modernos en el plano institucional, político y en la infraestructura vial, la mejora de planteles escolares y de su seguridad.
Procesos tediosos y mediados por “tributarios” que los hacían costosos para el contribuyente, quedaron reducidos.
En el plano político, auspició una mayor ampliación de las libertades, abrió el país a las relaciones internacionales, destacándose las relaciones diplomáticas con Cuba, países asiáticos y el mundo árabe.
En cuanto a su estilo, vestía siempre formal, no asistía puntual a las reuniones y eventos, y para las inauguraciones de obras, se montaba un zafarrancho militar desde Santo Domingo hasta Elías Piña y allí le llevaban una silla majestuosa para ocupar asiento.
Hipólito Mejía-PRD
Hipólito Mejía llegó al gobierno el 16 de agosto de 2000 sustituyendo a Fernández tras ganar las elecciones en mayo en la boleta del Partido Revolucionario Dominicano (PRD). Fue el tercer candidato que llegó al poder por el PRD después de la Guerra de 1965 y de la agresión militar norteamericana de ese año.
Mejía mantuvo las mismas características de política económica que heredó de Fernández, pero hizo mayor énfasis en modernizar el campo donde introdujo nuevas prácticas como la producción en ambiente controlado (invernaderos) que sentaron las bases y transfirieron la tecnología para la hoy creciente canasta exportadora de frutas, vegetales, musáceas, flores y granos.
En el plano económico iba más o menos estable hasta 2002 cuando siguiendo el esquema de abandonar la dirección colectiva para erigirse en mandamás, buscó y logró una reforma constitucional para reelegirse, lo que provocó una rebelión interna en el PRD y una reacción firme de la oposición del PLD con Leonel a la cabeza ya como presidente de ese partido.
Con esa confrontación, salió a flote una gangrena en el sistema bancario que terminó quebrando tres bancos y sacudiendo las cimientes de ese sector vital para la producción, el comercio y el consumo.
Las consecuencias fueron funestas para la población que padeció los efectos de la corrida bancaria, la expatriación de capitales, el disparo de la tasa del dólar, la inflación galopante y un crecimiento espectacular de la pobreza extrema y reducción de la clase media.
En esas condiciones su proyecto reeleccionista naufragó estrepitosamente en mayo de 2004 y allanó el camino para el retorno del PLD al poder nueva- mente con Fernández como candidato presidencial.
Mejía reconoció responsablemente su derrota y Fernández, convertido en gobernante por segunda vez y en el único que había conducido al PLD al poder porque tanto Bosch como Danilo Medina habían perdido, ganó liderazgo y poder político, lo que lo ayudó a encabezar junto al Comité Político la recuperación de la economía, la renegociación de la deuda, la atracción de inversión extranjera, generó un clima de confianza, bajó la inflación y la tasa del dólar y el país recobró dinamismo.
La muy buena relación con el gobierno bolivariano de Venezuela encabezado por el coronel Hugo Chávez, le dio un acceso al petróleo en condiciones muy favorables para la economía dominicana y entre otros factores de política macroeconómica, permitieron revertir el crecimiento de la pobreza y luego disminuirla en gran proporción.
El estilo de Hipólito
En cuanto al estilo de Mejía como gobernante, era puntual, combinaba lo formal con lo informal, era llano, directo y cortante en sus jocosidades que en ocasiones provocaban hilaridad y en otras enojos y desconsideraciones.
Con toda naturalidad era capaz de tutear al rey Juan Carlos o a Fidel Castro, desarrollando un estilo chabacano al punto de que luego de una inauguración y tras cortar la cinta, se viraba y cortaba la corbata de algún caballero que estuviera a su lado.
Los militares desplegaban miles de tropas a lo largo de las carreteras para cubrir la ruta de los asistentes del gobernante, porque como Leonel, él iba en helicóptero desde la capital a las ciudades alejadas del interior.
La próxima semana espero continuar con las características de Danilo Medina y Luis Abinader.
No hay comentarios:
Publicar un comentario