Joe Biden cumple este domingo 80 años. Se convierte así en el primer presidente octogenario en la historia de Estados Unidos. Él se ve en forma. Cada vez que le preguntan por la edad, responde: "Míreme", y lo dice con clara presunción de un estado físico impecable.
Cuando se extiende en la respuesta, normalmente porque le insisten en que lo haga, aduce que lo importante es tener "la energía y la capacidad" suficientes para hacer el trabajo que se le ha encomendado. Y, con ciertos hechos que le avalan, como la intensa actividad que desarrolla a diario, los frecuentes viajes que hace y la ausencia de problemas de salud en los dos años que lleva al mando, se muestra legitimado para seguir en el cargo y optar a la reelección en el 2024...
... O, al menos, ésa es "la intención", aclaró hace diez días. Y precisó que se lo pensará y lo hablará en familia estas Navidades para tomar la decisión a principios de año. El presidente habló de este modo en la rueda de prensa que dio después de las legislativas a medio mandato del 8 de noviembre. Unas elecciones que le rejuvenecieron políticamente, al saldarse con los mejores resultados de unas midterm en decenios, para cualquier presidente: con mantenimiento del control del Senado y con la pérdida del dominio de la Cámara Baja, sí, pero por muchos menos escaños de los que las encuestas predecían y los republicanos daban por hecho. Los malos resultados cosechados por candidatos clave avalados por Donald Trump, con las consiguientes críticas al expresidente por parte de no pocos republicanos y medios conservadores hasta entonces leales a él, deslucieron el anuncio de su candidatura a las presidenciales del 2024, el martes en su mansión de Mar-a-Lago. Entonces, en las filas demócratas más de un alto cargo dio un paso adelante para decir: "Si alguien ha demostrado que puede ganar a Donald Trump -que por cierto tiene 76 años- "ése es Joe Biden".
Dos días después del acto de Trump, la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, de 82 años, anunció su retirada como líder demócrata del Congreso. La veterana parlamentaria señaló, entre otras cosas, que era hora de “dar paso a una nueva generación de demócratas”. ¿Se dio Biden por aludido? No pareció el caso. Al fin y al cabo, el presidente no es ni mucho menos el único octogenario en la vida pública de su país. Siete senadores estadounidenses tienen 80 o más años, entre ellos el líder del grupo republicano, Mitch McConnell, que tiene exactamente nueve meses más que Biden y a quien los suyos acaban de renovar en el puesto de jefe de filas de la formación en la Cámara Alta.
Otro senador republicano, Charles Grassley, acaba de ser reelegido en su escaño por Iowa a los 89 años. Cuando termine su mandato, si es el caso, tendrá 95. El aumento de la esperanza de vida, el alargamiento de la actividad laboral y en particular la longevidad de los políticos son asuntos de creciente debate en Estados Unidos. Y, más allá de las esperables consideraciones sobre las ventajas de la experiencia y los mayores riesgos físicos a medida que uno envejece, todos los estudios subrayan ciertas proyecciones ilustrativas del ritmo y el alcance de los cambios demográficos en las franjas de edad más altas. Por ejemplo, la población de 85 años o más en EE.UU. se duplicaría con creces en apenas veinte años, al pasar de los 6,6 millones contabilizados en el 2019 a 14,4 millones en 2040. Y mucho antes, para el 2026, uno de cada cuatro hombres mayores de 65 años seguirá trabajando en este país.
Con factores a favor y en contra de quedarse o de dar paso a otros, y sin que todavía sepamos hasta qué punto las elecciones pueden haber mejorado sus índices de aprobación pública, el mandatario estadounidense no preveía celebrar pública y sonoramente, este domingo, un cumpleaños del que prefiere no hablar. Él, su esposa, Jill Biden, y el resto de la familia sí celebraron este sábado la boda de su nieta, Naomi Biden, en el jardín sur de la Casa Blanca. Mejor esa fiesta que ninguna otra.
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