La implicación en la ciudad de Nueva York de dos dominicanos indocumentados, que hirieron de bala a un agente fronterizo durante un intento de robo, ha hecho un daño inmenso a la laboriosa comunidad dominicana en el exterior, y consecuentemente a la imagen de nuestro país.
De ninguna manera esos dos criollos de prontuario delictivo pueden ser tomados como expresión del bien ganado prestigio que en diferentes ámbitos tienen los más de 840 mil dominicanos que residen en esa gran urbe, que junto a la vecina New Jersey alberga a un millón 200 mil, más del 50 % de los quisqueyanos que viven en Estados Unidos.
Esta acción criminal ha desatado la represión, permitió que tomara vuelo el discurso antiinmigrante y cae como anillo al dedo al presidente Donald Trump, que calificó de “monstruos” a ambos individuos, y motivó la presencia in situ del zar fronterizo Tom Homan y de la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, que no desaprovecharon la oportunidad para ordenar redadas en lugares de trabajo, detener a personas en parques y realizar arrestos fuera de los tribunales.
Cristian Aybar Berroa, delincuente que entró ilegalmente en junio del 2022 y está en libertad condicional, y Miguel Francisco Mora Núñez, que también arribó de manera irregular en abril del 2023 y que había sido detenido al menos cuatro veces en Nueva York y tenía orden de deportación, no identifican a la diáspora dominicana, gente de trabajo que ha emigrado para elevar su nivel de vida y la de su familia que se quedó aquí.
Este hecho lamentable ocurrido la noche del sábado contra un agente federal de la Patrulla Fronteriza, que felizmente está fuera peligro, ha generado una enorme indignación en la comunidad latina en general, perjudicada por la acción de estos dos desaprensivos.
La diáspora dominicana es una comunidad entregada al sueño de un mañana mejor que no debe ser asociada a la criminalidad por culpa de dos inadaptados.
Los más de dos millones de dominicanos que residen legalmente en Estados Unidos han emigrado para un mejor futuro, que expresan su amor por la patria en la enorme cantidad de remesas ganadas honradamente que envían cada año, una manera de mantener intacto el lazo que los identifica con esta tierra en la que han nacido.
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