En toda su vida, el haitiano Jean Batiste hizo tres viajes desde Pedernales a Santo Domingo.
Por ese trayecto cuenta que pagaba una cuota de RD$5 mil que terminaba siendo distribuida entre el chofer del autobús y los militares apostados en los puntos de chequeos. Así el indocumentado terminaba su viaje en el centro de la capital. Ahora, el hombre que vive en Anse-à-Pitres y tiene allí a su esposa y una niña de seis meses, dice que para pagar esa cantidad prefiere conseguir su pasaporte y cruzar la frontera de manera legítima.