En toda su vida, el haitiano Jean Batiste hizo tres viajes desde Pedernales a Santo Domingo.
Por ese trayecto cuenta que pagaba una cuota de RD$5 mil que terminaba siendo distribuida entre el chofer del autobús y los militares apostados en los puntos de chequeos. Así el indocumentado terminaba su viaje en el centro de la capital. Ahora, el hombre que vive en Anse-à-Pitres y tiene allí a su esposa y una niña de seis meses, dice que para pagar esa cantidad prefiere conseguir su pasaporte y cruzar la frontera de manera legítima.
“Yo pagaba RD$5 mil, RD$4,500 a cualquier chofer que viaje a la capital. Escondidos (a los indocumentados) lo montan por RD$5 mil o RD$4,500. Y se van desde aquí mismo desde Pedernales”, recuerda. La última vez que cruzó la frontera de esa manera fue en el 2008.
La experiencia de Batiste, de 31 años, señala que los indocumentados entregaban esa cantidad de dinero a los choferes y ellos a su vez, “negociaban con los militares” para pasar desapercibidos. También contó que no más de tres haitianos se podían montar en el bus que viaja con los demás pasajeros.
Desde Pedernales a Santo Domingo existen unos siete puntos de chequeos militares. Un oficial con años trabajando en la zona de Pedernales cuenta que con la actual situación migratoria ya es muy difícil que esos casos se cuelen. Y cuando se le cuestiona sobre la tarifa, dice que “seguro se mantiene igual”, y que hasta por RD$50 pesos los militares dejaban pasar a los indocumentados.
Batista dice que nació en Hato Mayor y que se pasó viviendo 15 años en Anse-à-Pitres, viajando. “De esos tres viajes recuerdo que me fui y duré un año, otra vez duré como seis meses y el último estuve por dos años. Después le dije a mi madre que no podía aguantar más el andar en un pueblo ilegal, sin papel. Así no se puede vivir, así que dije déjame coger para Hait”. Batista no rechaza volver a República Dominicana. Pero “calcula” que para él ya no hay trabajo.
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