Cuando el 9 de noviembre de 1989 fue derribado el Muro de Berlín, el mundo entendió que, además del símbolo político que ese acontecimiento representaba –el final de la ‘Guerra Fría’-, era la clarinada de que las odiosas barreras de divisiones geográficas sería cosa del pasado. Pero no.
De 1989 a la fecha se han levantado más de medio centenar en todo el mundo y la República Dominicana se pone en la lista.
El gobierno ha anunciado, a través del Presidente Luis Abinader en su discurso ante las Cámaras Legislativas el 27 de febrero pasado, que se levantará lo que llamó una ‘valla’ –que es lo mismo que un muro de separación- para tratar de establecer más efectivos controles en la conflictiva, ‘porosa’ y sensitiva frontera con Haití.
Los muros, ‘vallas’, barreras de diferentes tipos y denominaciones que se levantan en las fronteras –y hasta en territorios de un misma nación para ‘separar’ sectores- por razones de guerra, como el caso de Israel que tiene seis barreras en torno a sus limítrofes con Cisjordania, la Franja de Gaza, Egipto, Siria, Jordania y El Líbano, pero la gran mayoría de los construidos hoy tienen el propósito de tratar de frenar las oleadas de inmigrantes ilegales, como ocurre en Europa, con Francia y España en las zonas de Calais y Ceuta, en América en las fronteras de Estados Unidos con México y de este último con Guatemala.
El proyecto de levantar un muro que separe por tierra a República Dominicana de Haití a lo largo de la línea divisoria marcada por la denominada carretera internacional, fue anunciado por el Presidente Abinader estableciendo que “en un plazo de dos años, queremos poner fin a los graves problemas de inmigración ilegal, narcotráfico y tránsito de vehículos robados que padecemos desde hace años y lograr la protección de nuestra integridad territorial que llevamos buscando desde nuestra independencia”.
Nacionalistas y prohaitianos
Las discusiones sobre el estado de las relaciones con Haití se ha agudizado en los últimos años, con su carga de pasiones, duros enfrentamientos y polémicas, atizada en entre grupos que se autodenominan nacionalistas y otros calificados como pro-haitianos, a partir de la emisión de la sentencia 168-13, dictada el 23 de septiembre de 2013 por el Tribunal Constitucional, que estableció por primera vez los más claros conceptos sobre el estatus de extranjeros –el caso de los haitianos es el tema emblemático- indicando que sólo se consideran como nacionales las personas nacidas en territorio nacional de padres dominicanos o residentes legales.
El status de los inmigrantes haitianos –la gran mayoría indocumentados, ilegales y de los que no se tiene un inventario real- ha provocado discusiones en que hay un fuerte componente de su incidencia en la economía nacional –la construcción, recolección de cosechas en el campo-, el tema sanitario con la gran cantidad de mujeres que vienen a alumbrar a los hospitales públicos dominicanos, y las serias diferencias culturales, religiosas y las barreras del idioma.
Los grupos ‘nacionalistas’ pregonan la denominada ‘invasión pacífica’ de haitianos a territorio dominicano, mientras los prohaitianos reclaman el respeto a los derechos de cualquier persona y la solidaridad entre naciones y ciudadanos.
Hasta hace unos años los haitianos residentes en el país se concentraban en los entornos de los bateyes de zonas de producción cañera, pero en lo que va de este siglo se han insertado en la generalidad de las áreas de actividades del país siendo la gran mayoría los que trabajan en las construcciones, privadas y del gobierno, en las ventas callejeras, pero también como vigilantes de seguridad, jardineros, choferes del transporte público y en el sector privado y hasta en otras actividades en instituciones oficiales. Generalmente viven agrupados en sectores de las ciudades y su participación en la comisión delictiva no es alarmantemente alta.
“Creo que la iniciativa (del Presidente Abinader) es interesante, pero no creo que ello pueda resolver el problema de la frontera ni de la inmigración haitiana”, comentó el embajador dominicano ante la UNESCO, Andrés L. Mateo en una entrevista con el programa El Rumbo de la Mañana. Posiciones en este sentido son compartidas por grupos menos estridentes sobre el problema de la frontera y que abogan, regularmente porque la presencia militar y el uso de la tecnología deben bastar para mantener un estricto control de la frontera, tanto en el sentido de la inmigración indiscriminada como con el trasiego de mercancías prohibidas, como drogas, armas y vehículos robados.
En el lado contrario, los grupos más conservadores y pro nacionalistas, son radicales en el control total de la frontera, por los medios que sea incluyendo la promoción de un muro de separación.
“Este anuncio del Presidente Abinader merece el apoyo de todo el pueblo dominicano, ya que por primera vez se manifiesta una intención decisiva de poner control a la inmigración descontrolada de haitianos hacia nuestro territorio”, dijo el ex diputado y dirigente de la Fuerza Nacional Progresista, FNP, Pelegrín Castillo, al ser entrevistado en el programa El Rumbo de la Tarde. La FNP ha sido cabeza de los abanderados por la ‘desahaitianizacion’ del país, del control fronterizo y propulsores del levantamiento de un muro divisorio en la frontera.
Para el analista político Orlando Gil “los muros han sido un fracaso… lo acaba de demostrar el caso del gobierno de Donald Trump con la frontera con México… por ello no estoy de acuerdo con los muros, pues eso cuesta mucho dinero y no han resuelto nada,lo que tienen que hacer las autoridades es tener controles efectivos”, explicó en un comentario en el programa de televisión Oye País.
100 millones y dos años
La ‘valla’ que anunció el Presidente Abinader costará más de 100 millones de dólares, a decir del Canciller Roberto Alvarez, que se obtendrían mediante financiamiento pagadero a largo plazo y tomaría unos dos años construirla. Según la información del Canciller se pretende cubrir unos 190 kilómetros –la frontera tiene alrededor de 390 kilómetros- de los cuales actualmente hay ‘vallas’ en unos 23 kilómetros en que se controla zonas entre las dos naciones, en lugares considerados ‘de alto tránsito’ y se espera, según el funcionario, que finales del 2021 haya unos 30 kilómetros ‘cubiertos’, especialmente en lo que se considera ‘zonas de fácil acceso’.
“En la segunda mitad de este año 2021 –dijo el Presidente Abinader en su discurso del 27 de febrero- empezaremos a construir en la línea divisoria entre ambos países: República Dominicana y Haití, las nuevas medidas de refuerzo de la seguridad, que combinarán los medios físicos y tecnológicos e incluirán una doble verja perimetral en los tramos más conflictivos y una simple en el resto, además de sensores de movimiento, cámaras de reconocimiento facial, radares y sistemas de rayos infrarrojos”.
Y explicó que “con todo ello y en un plazo de dos años, queremos poner fin a los graves problemas de inmigración ilegal, narcotráfico y transito de vehículos robados que padecemos desde hace años y lograr la protección de nuestra integridad territorial que llevamos buscando desde nuestra independencia… ademas, tal como manda nuestra Constitución, recientemente creamos el Consejo de Seguridad y Defensa Nacional, por decreto presidencial, a través del cual abordaremos la puesta en marcha de la protección integral de nuestra frontera”.
La construcción de las ‘vallas’ será licitado y tendrá la modalidad de financiamiento, dijo el Canciller, quien adelantó que se han contactado dos empresas, una israelí y otra española –hay alrededor de una docena de empresas norteamericanas, israelíes y europeas dedicadas a la construcción de muros y/o ‘vallas’-, expertas en este tipo de obras. “El objetivo es crear las condiciones para lograr varios objetivos.
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