Las desgarradoras imágenes de la tragedia en la Comunidad Valenciana y otras zonas del este de España, que ya ha dejado al menos 158 muertos, un número indeterminado de desaparecidos y calles sepultadas por el barro en varias ciudades, ha puesto de manifiesto la peligrosidad de la DANA, o Depresión Aislada en Niveles Altos.
Este fenómeno, que muchos relacionan erróneamente con la «gota fría», representa un evento meteorológico específico que puede causar devastadoras lluvias torrenciales. Según la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), la DANA es el choque de una masa de aire frío en altura con aire caliente de la superficie, lo que desencadena trombas de agua, especialmente virulentas en verano y en otoño, como es el caso de la actual, que además ha venido acompañada de fuertes vientos y tornados.
«Gota fría»
El término «gota fría» ha arraigado en el imaginario colectivo para referirse a cualquier episodio de lluvias intensas, especialmente en la costa mediterránea en otoño.
Sin embargo, la AEMET aclara que la DANA es un sistema de baja presión que se forma a partir del chorro polar, una corriente de vientos en la parte alta de la atmósfera.
Este fenómeno puede permanecer estacionario o incluso moverse en dirección opuesta al flujo zonal del oeste, lo que lo diferencia de una borrasca común.
Recientemente, la AEMET ha calificado la DANA actual como «la gota fría más adversa del siglo,» con un impacto devastador que ha superado episodios significativos anteriores, como el de septiembre de 2019. Las lluvias torrenciales han causado inundaciones y desbordamientos de ríos y daños graves a infraestructuras.
Relativamente frecuentes, las DANAS no siempre provocan lluvias intensas. Según la AEMET, el potencial de lluvia severa depende de factores como la humedad y las convergencias de viento. En esta ocasión, la combinación de las condiciones climáticas ha resultado en una catástrofe de gran magnitud.
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