El presidente de la Unión Demócrata Cristiana (UDC), Luis Acosta Moreta, Luis “El Gallo”, planteó este miércoles la necesidad de preservar las edificaciones que fueron propiedad de Rafael Leónidas Trujillo Molina, por ser parte de la cultura y la historia dominicana.
Resaltó que “nadie por meros caprichos puede tratar de borrar de la historia dominicana la etapa de luces y sombras del dictador Trujillo Molina, sino que se debe buscar fines prácticos a las construcciones que ahora están en ruinas”.
Las antiguas viviendas de Trujillo deben ser remodeladas y convertidas en atracción turística, museos para el pasado nacional, locales de escuelas de formación técnica, y centros de pensamiento, donde se valore la libertad y la democracia, señala un comunicado de prensa.
Agrega que, constituye parte de una intolerancia política e ideológica querer tumbar las construcciones trujillistas, y pensar que con esa acción se borrará el pasado de la dictadura.
Asimismo, instó que se asuma un debate imparcial y objetivo sobre la era trujillista, “y se comprenda que lo que hoy son ruinas, deben ser rehabilitadas para preservar una historia que bien o mal, envuelve a todos los dominicanos”.
Dijo que las edificaciones que pertenecieron al tirano Trujillo Molina se tienen que rehabilitar y no echarlas al suelo, como piden muchos que al parecer tienen miedo de confrontar las ideas con ideas.
Trujillo fue una realidad, y fruto de temores de analizar su época se mantienen sus métodos vivos en la sociedad dominicana, muchos de los cuales son copiados por los que todavía le enfrentan.
“En ningún país se ha querido borrar de un plumazo la memoria histórica y destruir los monumentos, y una prueba está en China, Rusia y Vietnam”, señaló.
Añade que, los bolcheviques, que realizaron en Rusia la revolución de octubre, dictaron pena de muerte a los que saquearan las propiedades de los zares y las han conservado hasta el día de hoy, como un patrimonio cultural e histórico.
Resalta, pasó lo mismo con la revolución maoísta china que lo primero que hizo al llegar a la Ciudad Imperial fue tomar medidas para preservarla, y hoy es uno de los monumentos más visitados en China. En Vietnam, que en forma ejemplar enfrentó al colonialismo europeo, hoy las viviendas de los interventores son consideradas monumentos nacionales históricos, que son preservados y protegidos.
Para bien o para mal, la sociedad dominicana tiene que lidiar que Trujillo fue un gobierno de puño de hierro, que conculcó libertades y violó derechos humanos, pero ese pasado no se puede borrar con posiciones emotivas.
“Por consiguiente proponemos que todas las casas de Trujillo, que hoy son ruinas o están abandonadas, sean reconstruida para establecer museos y áreas de atracción turística”, concluyó.
Posición Museo de la Resistencia
La semana pasada el Museo Memorial de la Resistencia Dominicana había expresado nuevamente su absoluto rechazo contra la restauración y preservación de las casas del dictador.
En una misiva dirigida a los medios de comunicación, el Museo califica la intención como una idea descabellada desde el punto de vista educativo.
Comunicado íntegro
“Desde hace unos años, aparece cada cierto tiempo en algunos medios de comunicación la idea de que el Estado dominicano debe ocuparse de la restauración y preservación de las casas que fueron propiedad de Rafael Trujillo.
Se habla del deterioro, el abandono y el descuido de la Hacienda María o la Casa de la Caoba, lugares que en su momento fueron suntuosas residencias con el dinero robado al erario por el tirano.
Hay hasta quien propone que esta última sea convertida en un museo, una idea descabellada desde el punto de vista educativo, pues ¿qué clase de mensaje daríamos a los visitantes, sobre todo escolares, sobre la vida lujosa que llegan a tener quienes saquean el dinero público?
Hay pruebas documentales de que Rafael Trujillo fue un corrupto desde que dirigía la Guardia Nacional en la década de los años 20. El informe Dawes, remitido al presidente Horacio Vásquez por el Senado norteamericano en 1927, ofrece suficientes detalles sobre el robo que Trujillo cometió en la compra de uniformes y pertrechos militares, calculado en unos 400 mil dólares de la época.
El hecho es apenas el inicio de un saqueo sistemático cometido impunemente durante décadas, y que convirtió a Trujillo en uno de los hombres más ricos del hemisferio.
¿Eso es lo que queremos enseñar a nuestra población escolar? ¿Lo rico que era?
¿Lo bien que vivía? Existen más razones morales para no remozar la Casa de Caoba y convertirla en museo. La más escandalosa es haber sido el lugar en el que Trujillo abusó sexualmente de numerosas jovencitas, un aspecto grotesco en la historia de este personaje.
La Casa de Caoba es un símbolo de la dictadura y el poder avasallante de su dueño. Carece de valor patrimonial e histórico, aunque algún nostálgico de la dictadura idealice el lugar y genere todo tipo de justificaciones, incluyendo el hecho de que alguna familia buscara beneficiarse a cambio de favores sexuales al tirano. Incluso en ese caso, una víctima sigue siendo víctima, de modo que crear de ese lugar un espacio de idolatría sería una afrenta, no sólo para ellas, sino para todo dominicano y dominicana que trabaja honestamente y aspira a un mejor futuro para sus descendientes.
¿Qué se debe hacer con las casas de Trujillo, entonces? Tipificar las que califiquen para convertirse en lugares de consciencia; las que no, deben ser demolidas.
Lo correcto es destruir toda huella de ignominia y construir en su lugar entidades públicas que presten a las comunidades servicios que la dictadura les negó, como atención en salud, educación de calidad, ayuda social, terapia psicológica, en fin, servicios que reafirmen los derechos que otorga la Constitución dominicana a cada ciudadano y ciudadana.
En el mundo civilizado no se estila convertir las casas de los dictadores en museos, porque va absolutamente en contra del objetivo educativo que tienen nuestras instituciones. En Austria, por ejemplo, el gobierno adquirió la casa donde nació Hitler para evitar el culto a la imagen del genocida, y convirtió el inmueble en una estación de Policía. En Alemania, el bunker de Hitler fue enterrado y sobre su superficie se construyó un parque en memoria a las víctimas del holocausto nazi. En Polonia, el campo de concentración y exterminio de Auschwitz es uno de los espacios de consciencia más importantes del mundo libre.
En el caso de la República Dominicana, que padeció además de un dictador que, aparte de ladrón y asesino era megalómano, y que como tal se hizo condecorar con todas las medallas y títulos rimbombantes habidos y por haber, habría que preguntarse cuál es el beneficio de venir ahora a restaurar casas que reflejan esos delirios de grandeza.
¿Qué más desean los trujillistas? La democracia les otorga la libertad de poner retratos de Trujillo en la intimidad de sus hogares, y admirar el bicornio de plumas y los entorchados en oro de su uniforme de generalísimo; pero pedir que se destine dinero público para restaurar y preservar sus casas, cuando todavía una parte considerable de los hogares dominicanos no tiene agua potable, es bastante descabellado.
Las propiedades de Trujillo fueron confiscadas en 1961 y son desde entonces propiedad del pueblo. Sus terrenos deben ser destinados a proyectos que beneficien el pueblo, en lugar de perpetuar un culto a la personalidad sin sentido ni utilidad”.
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