En la actualidad, pensar en Santiago Oeste es visualizar la ciudad del monorriel, y con él, el gran impacto y desarrollo que tendrá este distrito municipal de la provincia de Santiago, sin embargo, adentrase en sus sectores, barrios y callejones, muestra una realidad de marginalidad y pobreza, totalmente distinta, y que arropa a sus pobladores.
La Emboscada de Rafey, Villa Rosa II y III, La Bendición, El Semillero, Los Solores, son algunos de los sectores y barrios de este distrito municipal, donde “el rostro visible de la pobreza” se hace presente.
Allí la mayoría de las calles y callejones son de tierra, con hoyos y piedras, muy pocas calles asfaltadas, donde los desechos y las aguas negras abundan, y el hedor constante de la basura acumulada en el vertedero de Rafaey los inunda.
Muchos son los vertederos improvisados alrededor de las casas de madera y techos de zinc, y de otras viviendas hechas completamente de zinc, habitadas en su mayoría por familias numerosas.
El método de transporte más común son los motoconchos, y algunas rutas de carros públicos que llegan hasta las calles principales. Y aunque parezca increíble, allí es común ver a algunos movilizándose en burros.
El transporte es un factor importante por el que algunos adolescentes desertan la escuela, pues para estudiar los niveles secundarios deben salir de sus sectores y trasladarse hacia el centro del distrito municipal o el municipio de Santiago, lo que genera un gasto extra en las familias.
Sin agua
En sectores como La emboscada de Rafey, y otros aledaños al canal de Riego Ulises Francisco Espaillat, no llega el agua potable, la mayoría de las tomas están colocadas directamente al canal que por ahí pasa.
En un recorrido realizado por un equipo de periodistas de LISTÍN DIARIO, se pudo constatar una cantidad exuberante y alarmante de tubos y bombas de agua conectadas a la acequia.
En este mismo canal de riego, donde de acuerdo al director de la Defensa Civil de Santiago, Francisco Arias, se encuentran mínimo cuatro cadáveres cada mes.
Además, es el desagüe de múltiples drenajes cloacales de los sectores aledaños, así como un vertedero que corre con la basura.
Gente sin declarar
La Constitución dominicana puntualiza que cada persona tiene derecho a ser registrada inmediatamente después de su nacimiento y a recibir un nombre. Sin embargo, este y los tantos derechos que acarrea obtener un acta de nacimiento, les han sido vulnerados a decenas de niños y ahora adultos que no están declarados en Santiago Oeste.
Listín Diario realizó un recorrido por el sector de la Emboscada de Rafey o Emboscada de Cienfuegos, donde un equipo de periodistas conversó con al menos 10 personas sin documentos, cuyos hijos y nietos están en la misma situación.
La mayoría de los niños sin acta de nacimiento no han podido concluir sus estudios escolares, ya que en los centros educativos no pueden aceptarlos sin documentos. Además, no cuentan con seguro de salud y otras facilidades que este derecho inalienable les genera.
Asimismo, todos estos adultos, no tienen acceso a las ayudas del gobierno, seguro médico, acceso a la educación o la forma de conseguir un trabajo digno por el hecho de no ser portadores de una cédula de identidad y electoral. De igual forma, a estas personas no se les permite ejercer su derecho al voto para elegir libremente a sus autoridades.
Vertedero y los buzos
El hedor del vertedero de Rafey ya es “normal” para los comunitarios, quienes dicen que simplemente se han acostumbrado.
La principal actividad económica de esta zona se basa en “bucear” dentro de las toneladas de basura del vertedero de Rafey, recolectando y revendiendo elementos reciclables. Los niños, que en su mayoría no cuentan con un acta de nacimiento, y por ende, con pocas probabilidades de ir a la escuela, encuentran aquí la forma de ganarse la vida.
Es habitual ver botellas y envases plásticos en los patios de las casas, pues muchas familias se sustentan del comúnmente llamado “buceo” en el vertedero de Rafey, que se ha implantado como un oficio en cadena que va de generación en generación.
Tal es el caso de José Osvaldo Almonte, quien desde los ocho años trabaja en el vertedero de Rafey, hoy tiene 45 años y tres hijos de 16, 14 y 12 años, cuyo único ingreso provienen del reciclaje.
Su madre, Lucia Almonte, cuenta que “él echó los dientes en el vertedero, desde pequeño él se escapaba de la escuela para ir al basurero a colectar botellas de cristal y plástico, y venderla por peso”.
Almonte divide el tiempo entre sus animales, vacas, cerdos, y su trabajo reciclando en Rafey. Él sale desde temprano en la mañana a buscar en las grandes montañas de basura objetos de valor para mantener su familia.
Él reciclaje hoy es un negocio familiar del cual forman parte su esposa e hijos, él va hasta el vertedero, busca los objetos de valor y los clasifica en grandes grupos, su esposa lo clasifica en grupos más específicos atendiendo al tamaño o al tipo, y lo revenden por libras.
Círculo de la pobreza
Este ambiente se convierte en un círculo interminable de pobreza, y al ser marginados del desarrollo social y personal, incrementan estas condiciones que se experimentan en este sector de la Emboscada de Rafey o Cienfuegos.
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