09 octubre 2025

Cuando la Marcha Verde se tiño de gris: el silencio en los escándalos de corrupción actuales

 


El agosto de 2015 la lucha ciudadana se vestía de "verde esperanza", con el nacimiento de un movimiento denominado "Marcha Verde".

El país sentía el resurgir de las voces que exigían transparencia, impulsadas por varias organizaciones de la sociedad civil que reclamaban justicia ante los escándalos de corrupción, que despertaban y desafiaban el "mal accionar" de políticos y funcionarios que se encontraban al frente de importantes oficinas gubernamentales.

La finalidad era presentar un movimiento de carácter civil y apartidista, evitando el protagonismo de dirigentes de los partidos políticos tradicionales. Inclusive, representantes informaron que escogieron el color verde para evitar el uso de otros colores asociados a partidos políticos establecidos.

En sus años de mayor actividad logró visibilizar la opinión social colectiva frente a la corrupción y empujar la agenda pública hacia la rendición de cuentas, la transparencia y hacia la exigencia de que la gestión pública sea clara, y sin interés de mancillar las arcas del Estado para el bien individual o familiar.

La primera gran demostración fue cuando miles de dominicanos caminaron hasta el Parque Independencia, exigiendo a las autoridades actuar con firmeza contra todos los implicados en el Caso Odebrecht. Calles enteras se vistieron de verde, con pancartas y mensajes claros: "Basta de robo", "Fin a la impunidad", "Justicia!"...  Luego esta se dispersó por todo el territorio, con marchas pacificas en Nagua, Santiago, y otras localidades, exigiendo la renuncia del presidente Danilo Medina, por su supuesta vinculación con la corrupción y con la instalación de una justicia independiente.

Sus años de gran presencia y lucidez fueron entre 2017 y 2020, cuando organizaron más de 30 manifestaciones. Hoy en día, la Marcha Verde brilla por su ausencia en el reclamo de justicia...

El cambio de gobierno del Partido de la Liberación Dominicana, que condujo los rumbos de la nación por más de 20 años, al gobierno del Partido Revolucionario Moderno, las cosas cambiaron de manera significativa. El silencio arropó al movimiento.

Con la más grande fractura en la historia del PLD, la cual afectó su desempeño en las elecciones de 2020, y afloraron una serie de escándalos que desmejoraron la imagen del gobierno y sus funcionarios.​

Odebrecht, la Operadora Metropolitana de Servicios de Autobuses (OMSA), la Oficina Supervisora de Obras del Estado; y en cierto punto, el trato del entonces procurador general de la República, Jean Alain Rodríguez, a la doctora Miriam Germán Brito en audiencia pública por televisión, fueron algunos de los hechos notorios que conmocionaron e irritaron a los sectores sociales del país.​

En ese momento, la Marcha Verde fue tendencia en todas las redes sociales. Los medios hablaban sin cesar de este movimiento y su clamor de justicia.

Hoy, 5 años después, el movimiento se convirtió en un letargo del cual no muestra señales de recuperarse.

En casos vigentes como son el Seguro Nacional de Salud (SeNaSa); el caso Oficina Gubernamental de Tecnologías de la Información y Comunicación (OGTIC); los diputados envueltos en casos judiciales activos; el caso del Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (Intrant); entre otros de instituciones públicas de gran relevancia, el movimiento no dice nada. No muestra señales de vida.

Las figuras políticas no se han quedado atrás. En los primeros cuatro años del gobierno del presidente Luis Abinader Corona, figuras como Kimberly Taveras, Luz del Alba Jiménez Ramírez, Luis Maisichell Dicent, Leonardo Faña y otros fueron destituidas o renunciaron en medio de controversias y acusaciones de corrupción.

El país ha sido testigo de nuevos escándalos, en un contexto donde la ciudadanía esperaba cambios sustanciales en materia de transparencia e institucionalidad. Y fue allí donde la Marcha verde dejó de brillar.

Su lema, “Por el fin de la impunidad”, parece haber quedado en el olvido colectivo.

Ya no se convocan marchas, no se crean hashtags, no se exige justicia con la misma fuerza de antaño.

Así, se apagó aquello que alguna vez fue el movimiento apartidista más grande, ferviente y escuchado del país.

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