Puerto Príncipe.- Desde mediados de enero, miles de trabajadores se manifiestan en las calles de Puerto Príncipe para exigir un aumento del salario mínimo, ayudas sociales y mejores condiciones laborales en las industrias textiles en las que trabajan más de 57.000 personas, en su mayoría mujeres jóvenes.
El primer ministro haitiano, Ariel Henry, respondió con un incremento de la jornada laboral de 500 gourdes (unos 5 dólares) a 685 gourdes (6,71 dólares), muy lejos de los 1.500 gourdes (unos 15 dólares) que exigen los trabajadores.
La decisión oficial causó la ira de los obreros, quienes organizaron dos grandes protestas esta semana, en la última de las cuales resultó muerto un fotoperiodista y dos periodistas resultaron heridos cuando policías abrieron fuego contra los manifestantes, según testigos.
El presidente del Senado, Joseph Lambert, y organizaciones como la Red Nacional de Defensa de Derechos Humanos (RNDDH), han dado su apoyo a los trabajadores.
LOS RECLAMOS
«Ante las movilizaciones para exigir un ajuste del salario mínimo, el Estado haitiano con la complicidad de la patronal, impide el aumento», afirma en una entrevista a Efe Dominique St-Eloi, coordinador de la Central Nacional de Trabajadores de Haití (CNOA).
Después de tres años sin ajustes salariales, los precios de los productos de primera necesidad han subido, también los del transporte, dijo.
«Pedimos 1.500 gourdes y contamos con el apoyo social. Los patrones y las autoridades tratan con dureza a los trabajadores. Condenan a los trabajadores con un salario durante tantos años, sin ajustarlo», dijo St Eloi, sosteniendo que la inflación es del 24,6 %, y que los precios de las consultas hospitalarias y de los medicamentos han aumentado.
Según Jean Eddy Lucien, profesor de la Universidad Estatal de Haití, cuando se examina el salario de los trabajadores, es una cuestión «realmente complicada» en cuanto a lo que reciben por el trabajo que realizan.
«Si observamos el sector textil en Haití, los inversores vienen porque ciertamente les atrae el salario mínimo», afirma a Efe.
Como ejemplo, el profesor señala que un trabajador que en Estados Unidos gana 15 dólares la hora, obtiene 120 dólares por ocho horas de trabajo.
«Un trabajador que trabaja 8 horas por menos de 5 dólares (como sucede en Haití) es un esclavo asalariado. El movimiento obrero es otro despertar del movimiento social haitiano. Los trabajadores son revolucionarios, son ellos los que pueden cambiar la historia», dijo Lucien.
TRABAJAR SOLO POR LA COMIDA
El sindicalista St-Eloi asegura que los 500 gourdes actuales no alcanzan para los gastos diarios de alimentación y transporte.
«Y no olvidemos que el trabajador vive en una casa, tiene una familia y tiene que pagar las cuotas escolares de sus familiares cada mes», dijo, mientras asegura que algunos obreros padecen de tuberculosis y úlceras de estómago porque no comen lo suficiente.
«Algunos trabajadores resisten el jornal no comiendo por la mañana, con apenas un trozo de yuca o solo una barra de pan con mantequilla de cacahuete con la que se pasan todo el día», dijo el gremialista.
Para Lucien, el trabajador textil haitiano solo labora para poder comer.
REPRESIÓN DE LA LUCHA OBRERA
St-Eloi denuncia la represión policial de las manifestaciones y critica a los empresarios que retienen el dinero del seguro médico de los trabajadores, lo que les priva de la atención médica que necesitan la mayor parte del tiempo.
«Pedimos a todo el mundo que apoye a los trabajadores haitianos que están librando una batalla fundamental. Una lucha que según la Constitución les da derecho a manifestarse, para defender su derecho y su interés», dijo St-Eloi, calificando el movimiento como una «batalla de clase».
Lucien, por su parte, afirma que la fuerza policial es utilizada por la inversión extranjera para reprimir con dureza el movimiento sindical como garantía de estabilidad del capital.
«La Policía es más represiva con los trabajadores que con cualquier otro grupo social», argumenta, al abundar que no existe una fuerza policial en sí misma, sino que los policías están ahí para defender a una clase en particular.
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