El destacado artista Wilfrido Vargas expresa su preocupación ante el comportamiento de la gente en medio de la pandemia
Noto con preocupación que en República Dominicana son muchísimas las personas que actúan con irresponsabilidad frente al COVID-19. Varias han sido sus curvas. Primero, pocos se lo creían. Después surgió el terror antes las muertes. No había casi nadie en las calles, los negocios, discotecas, bares y otros lugares sociales permanecieron cerrados por prevención. A pesar del riesgo financiero, la queja no era una constante, pero con los meses llegó la presión social, y ahora todo el mundo quiere volver a las calles, de ser posible sin mascarillas.
¿A quién no le gustaría respirar sin tener nada sobre la nariz y la boca? ¡A cualquiera! Pero debemos tener conciencia y respeto, en especial por la salud y la vida de los demás. En un principio, la gente comenzó saludándose con un gesto de lejos, después fue con el codo, hoy resulta común sentarse a pocos centímetros y abrazar a cualquiera, incluso hay fiestas donde se aglomeran decenas o hasta cientos de personas.
La mayoría parece haberle perdido el miedo a un virus letal que ha vuelto a recobrar su autoestima y sigue volando con fuerza en el ambiente. No es mi caso.
Hace poco una cuñada que tengo en Miami me preguntó si estaba de acuerdo con que abrieran los restaurantes como si nada, y le contesté que no me parece bien. ¿Por qué? “Porque cuando vas a un restaurante —le dije—, llegas a comer o beber, y ¿qué es lo primero que tienes que hacer? Quitarte la mascarilla”. Es incómodo este nuevo estilo de vida. ¿Quién lo pone en duda? Necesitamos reinventarnos con destreza y ser pacientes, pero las circunstancias son las que son y debemos seguir adelante como guerreros que enfrentan una batalla para protegernos no solamente a nosotros mismos, sino a las personas que queremos. Nuestras únicas armas de protección para prevenir el contagio —que ya es masivo, por algo es una pandemia— son el distanciamiento y la asepsia. Recuerden lo que dice el refrán: “Soldado advertido no muere en guerra”.
Necesitamos tener un mayor autocontrol. Necesitamos ser cuidadosos. Necesitamos reconocer los hechos. El control empieza en la mente. Arranca por principios, por educación, por respeto a los demás y a ti mismo. Y la educación empieza en el hogar. Seamos considerados. Lo contrario sería actuar como salvajes. El entorno no nos es ajeno.
Sé que hay muchas personas que no creen ni en la existencia del virus, no miran a los lados ni se han enterado de cuántos millones de muertos hay en el planeta a causa de esta enfermedad. Parece que aun vivieran en el 2019. A ellos será imposible que les cale este mensaje, pero no a los que solo son descuidados, a los que socializan por costumbre, a quienes se encuentran a sus amistades y les caen a besos sin conocer a plenitud sus condiciones de salud. A ellos, que apenas quieren entregar amor y recuperar cercanías, puede que sí les llegue.
Amigos, porque esa es su palabra, amigos: siembren sentido común y no se equivoquen, no les abran sus brazos al virus pensando que lo hacen con sus seres queridos. El placer es infinito, ya volveremos a gozar, pero para eso tenemos que seguir vivos y respirar sin dificultad, con los pulmones llenos de oxígeno. Se los dice este humilde trompetista, que bastante aire ha tenido que soplar en esta vida, y a quien le encanta abrazar a su gente....
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