01 febrero 2022

COSAS QUE EL HOMBRE NO SANA.



Por: Carlos Mejía Blanco.
He visto en cada rostro una mascara que llora, una tristeza que es como el relámpago, que fluyen cuando muere la fe, sucede cuando al pisar nos percatamos que no hemos dejado huella.
Los seres humanos bebemos del dolor, ¡para eso no hay remedio!, cuando estamos enfermos de pesar, nos cansaremos de caminar por el gozo y el placer asi no sanaremos , ¿Quién puedes curarnos del miedo? o Liberarnos del yugo cuando el hacha se desplaza sobre nuestro cuello. ¿Qué seria de nuestras vidas? Si solo viviéramos de las lisonjas, cuando creimos ser amados, en la simple ilusión de haber viajado , navegado en los mares de la muchedumbre, es tormentas la plenitud del distraído, del asolado por los males colectivos, es espantoso quien ha sido arrastrado por la nocturnidad.
El desconocimiento es culpable de las mayorías de los males, un hombre con su mirada triste observa el mundo, recibe de las gentes la ironía de la comprensión, las mayorías dramatizan su preocupación, pero con todos los elementos cáusales. Un sanador trata con un vaso de cerveza en las manos le predica a un borracho a “no beber”, no saben diferencial entre un estornudo y una tuberculosis, al no detenerse para conocer los detalles, ni la profundidad de las cosas, cree que esa situación es la de todos, aparecen expertos terapeutas que utilizan el lenguaje de las calles, no conocen el patrón de las enfermedades mentales.
Un hombre decepcionado por el tiempo que ha jugado “al gato y al ratón”, hurga buscando la razón de su condición, se da cuenta de que en su interior hay un profundo dolor, una sensación de perdida, y que todo ha terminado, que no puedes recuperar el tiempo que se ha robado, navega entre carcajadas y el bullicio del mundo, sabe que no esta entre amigos, por eso mira de un lado al otro , eso no se sana con relajos, con palabras huecas, con las estratagemas del que no sabe donde tienes la nariz..
Hay tristeza manifiesta en la mirada de delirio, en el desinterés por las cosas, por la vida diaria, es cuando el alma se agota, se llega a la conclusión de que la vida no vale nada. Hay infelicidad en su sonrisa, porque sabe que el tiempo se ha ido, marginado de las cosas importantes, acorralado como una presa para el festín de la multitud que solo aprieta. Es lo que le provoca esa sensación de miedo, pánico, de alucinaciones, de perdida de las razones y ansiedad de no poder. ya no importa haber sido parte de la estadística, cuando ya somos contados entre los muertos.

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