30 abril 2019

El “Dictador”

La República Dominicana vive bajo una “dictadura”. Asumiremos, en consecuencia, que el “dictador” es Danilo Medina. ¿De dónde salió el “dictador”? El mayor de 8 hermanos, hijo de Juan Pablo Medina de los Santos y Amelia Sánchez Abreu, nació el 10 de noviembre de 1951 en Arroyo Cano, San Juan. Está casado con la sicóloga Cándida Montilla y es el padre de Sibeli, Vanessa y Ana Paula.

Su inclinación hacia la política se manifiesta a los 18 años, cuando funda como líder estudiantil junto a varios compañeros, la sección en San Juan del Frente Revolucionario Estudiantil Nacionalista (FREN). Estudió ingeniería química en la UASD y economía en Intec, graduándose magna cum laude en 1984. Acompañó a Bosch junto a otros jóvenes cuando el Profesor fundó el PLD en 1973. En 1983 ingresa al Comité Central del PLD y en 1986 es electo Diputado. En 1990 es elegido miembro del Comité Político del PLD. Fue Presidente de la Cámara de Diputados durante los años 1994-1995 y Secretario de la Presidencia durante 1996-1999 y 2004-2006.
A pesar de ser un “dictador”, exhibe una extraña vocación natural a participar en los procesos que habilita la democracia para ser electo, consciente que a ellos se va a ganar o a perder. Participó como candidato presidencial por el PLD en las elecciones presidenciales del 2000 y perdió frente al carismático Hipólito Mejía. El 6 de mayo del 2007 participó en la convención interna del PLD para elegir el candidato presidencial del PLD a las elecciones del 2008 y fue vencido por el entonces Presidente de la República, Leonel Fernández, quien aspiraba a su tercer mandato.
El “dictador” siguió preparándose para un tercer intento, no para alcanzar la Presidencia través de una asonada o golpe con respaldo popular o militar, sino hilvanando un conjunto de ideas, proyectos y reformas que convenciera a la mayoría del pueblo dominicano de que él representaba, en ese momento, la mejor opción que tenía la Nación. Compite de nuevo con un Hipólito Mejía reivindicado y logra ganar las elecciones presidenciales del 20 de mayo del 2012, con el apoyo de 2,323,463 votos emitidos, el 51.2% de los que ejercieron correctamente su derecho al voto.
Se presenta de nuevo como candidato del PLD en las elecciones del 15 mayo del 2016. Gana con el respaldo de 2,847,438 votos, que representaron el 61.7% del total de los votos válidos emitidos. Las firmas calificadoras de riesgo y la mayoría de los analistas económicos y políticos del país temían que el “dictador” abusaría de los recursos del Estado, elevaría el déficit fiscal y “desguañangaría” la economía, al optar por un segundo mandato. Todos los pronósticos colapsaron. El gasto primario del Gobierno Central, que excluye el pago de intereses, se redujo de 14.8% del PIB en el 2015 a 14.7% en el 2016; el déficit fiscal del Gobierno Central (neto de la ganancia de capital del pago anticipado con descuento de la deuda con Petrocaribe/PDVSA), se redujo de 2.9% del PIB en el 2015 a 2.8% en el 2016. Extraño, muy extraño, el comportamiento exhibido por el “dictador”.
¿Qué ha hecho el “dictador” durante los 6 años que ha gobernado? En primer lugar, ha manejado la economía de tal manera que ha contribuido a que República Dominicana exhiba un crecimiento anual promedio de 6.6%, el más elevado de toda la región en los últimos 6 años. Cuando el “dictador” asumió en agosto del 2012, República Dominicana ocupaba la posición 9 en el ranking del PIB por habitante en dólares corrientes de PPA en la América Latina. El año pasado, pasamos a la posición 6, sobrepasando a Costa Rica, Brasil y Venezuela. El FMI proyecta que en el 2021 pasaremos a la posición 5, sobrepasando a Argentina y en el 2023 a la posición 4, superando a México. El FMI no explica si esa proyección asume que el “dictador” continuaría dirigiendo la economía dominicana en el 2020-2024.
Cuando comparamos el crecimiento anualizado promedio alcanzado por el país bajo la “dictadura” de Danilo Medina (6.6%) con la de los demás gobernantes que ha tenido la nación en los últimos 88 años, encontramos que el de los 6 años de Medina supera al registrado por los 12 años de Leonel Fernández (5.9%), los 20 de Balaguer (5.4%), los 30 de Trujillo (4.8%), los 4 de Antonio Guzmán (4.6%), los 4 de Hipólito (2.0%), y los 4 de Jorge Blanco (1.8%).
El manejo económico dado por el “dictador” ha permitido al pueblo dominicano beneficiarse de una notable estabilidad de precios. La inflación anual promedio durante sus 6 años de gobierno ha sido de 2.4%, una de las más bajas de la región.
Es cierto. Su gobierno no es democrático en materia cambiaria. Eso de dejar que la tasa de cambio flote como deseen los agentes del mercado, sin que el Banco Central ejerza su derecho a realizar intervenciones de compra y venta para moderar las fluctuaciones, no forma parte del catecismo económico de la “dictadura”. Eso explica el porqué el peso dominicano ha sido una de las monedas más estables de la región y del mundo en los últimos 6 años, depreciándose a un ritmo anual de apenas 3.9%.
A lo anterior debemos agregar el empeño que ha puesto la “dictadura” en la creación de empleos. Entre octubre del 2012 y diciembre del 2018, se crearon 756,273 empleos, a razón de 10,504 empleos por mes. La política económica ejecutada por el “dictador” ha permitido que la tasa de desempleo ampliada haya descendido en 4.8 puntos porcentuales y la abierta en 1.4 p.p., durante la “dictadura”.
En múltiples ocasiones durante su mandato de poco más de 6 años, el “dictador” ha insistido con el empresariado sobre los beneficios para todos de salarios más decentes para los trabajadores, explicándoles que esos mayores salarios se traducirán en mayores niveles de ventas y utilidades para sus empresas. Eso explica en buena parte el porqué el salario mínimo promedio, en términos reales, ha aumentado en 32% entre agosto del 2012 y diciembre del 2018, proyectándose que a diciembre del 2019 el aumento acumulado en el salario mínimo real promedio, con relación al nivel de agosto del 2012, alcanzará un 46%. Las ventas declaradas por las empresas a la DGII, por su parte, han subido en 58.4% entre el 2012 y el 2018.
Cuando asumió la jefatura del Estado en agosto del 2012, el “dictador” encontró un déficit anualizado en las finanzas del Gobierno Central equivalente a 8.9% del PIB. Imprimiéndole controles autoritarios al gasto público, logró que para el año 2012 completo, el déficit bajase a 6.4% del PIB. En el 2013 lo redujo a 3.0% del PIB, cayendo a 2.7% en el 2014, promediando 2.9% en el 2015-2017, y bajando de nuevo a 2.4% del PIB en el 2018. El “dictador”, como vemos, parece estar comprometido con políticas fiscales conservadoras.
El esfuerzo de consolidación fiscal ejecutado por el gobierno “dictatorial” se ha traducido en una reducción marcada en el déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos, el cual bajó de 6.8% del PIB en enero-septiembre del 2012 a 1.4% en el 2018. Por igual, las reservas internacionales netas se han duplicado al pasar de US$3,245 millones en agosto del 2012 a US$7,627 millones en diciembre del 2018.
Otra área en la cual el “dictador” ha aplicado la mano dura es en la estrategia de reducción de la pobreza. Cuando el “dictador” asume en agosto del 2012 hereda una población con 4,249,410 pobres, es decir, una tasa de pobreza de 42.2%. La última medición, correspondiente al último trimestre del 2018, estimó el total de pobres en 2,611,794, para una tasa de pobreza de 22.7%. El “autoritarismo” representando por el mix de aumento del ingreso per-cápita, la creación de más de 750,000 empleos, el incremento acumulado del salario y la intensificación de los programas de subsidios y financiamiento directos focalizados a aquellos que no pueden valerse por sus propios medios o que encontraban en el mercado de la usura su única alternativa de financiamiento, ha logrado sacar de la pobreza a 1,637,616 dominicanos y reducir la tasa de pobreza en casi 20 puntos porcentuales en poco más de 6 años. Durante el siglo XXI, ningún otro gobierno de la región ha logrado reducir tanto la pobreza en tan poco tiempo.
Los “dictadores” siempre han exhibido algún tipo de obsesión. En el caso que nos ocupa, la obsesión es clara: se ha cogido con la educación. Nunca antes en la historia dominicana un gobierno había invertido tanto dinero en la educación pública. Mientras la inversión anual promedio en educación pública fue de 2% en el período 1966-2012, en los 6 años del “dictador” la inversión ha promediado 4% del PIB. En adición al establecimiento de salarios y beneficios decentes a los maestros y la inversión creciente de recursos en su capacitación, en el período 2013-2018 la “dictadura” ha construido 1,117 escuelas, agregando 18,902 espacios educativos, específicamente, aulas nuevas y rehabilitadas, laboratorios, talleres y bibliotecas.
Aunque con menos intensidad que en educación, la mano firme del “dictador” se ha dejado sentir en el área de la inversión pública en salud. De una inversión anual promedio en salud pública de 1.3% del PIB durante el período 1966-2012, se ha pasado a 1.7% en el período 2013-2018. En los últimos 6 años, más de 80 hospitales han sido construidos, reconstruidos, ampliados y modernizados.
Una parte del aumento en la inversión en educación y salud pública ha sido posible gracias a la férrea voluntad exhibida por el “dictador” cuando planteó a Barrick Gold la necesidad de reformar el contrato vigente. Advirtió que para la Nación resultaban inaceptables los ingresos fiscales que se derivarían durante los primeros años de operación y exportación de la mina. La revisión del contrato fue acogida por la empresa con sabiduría y visión de largo plazo por parte. En vez de recibir U$$254.8 millones en el período 2013-2018, el Gobierno dominicano recibió US$1,634.6 millones, excluyendo las retenciones de impuestos a terceros y empleados.
Exageradamente extraño es el afán del “dictador” de imponer prácticas democráticas en el proceso de elección de proveedores y contratistas del Estado. En el 2012, el Estado dominicano contaba con 25,265 proveedores. Ahora, bajo la “dictadura”, los proveedores suman 80,353. Antes las construcciones de obras públicas recaían en 7 u 8 grandes contratistas. Gracias al “inconsistente” proceso democrático impuesto autoritariamente por el “dictador”, 17,678 ingenieros han recibido contratas para construir obras, incluyendo escuelas públicas durante el período 2013-2018.
Otro sesgo del “dictador” que resulta inexplicable es su decisión de no someter al Congreso, a “su” Congreso, ninguna iniciativa de reforma que no cuente con el máximo consenso posible. El Pacto Eléctrico, por ejemplo, no ha sido aprobado porque el “dictador’ entiende que, al ser un Pacto que incorpora medidas y acciones de mediano y largo plazo, el mismo debe contar con el visto bueno y la aprobación de los partidos políticos opuestos a la “dictadura”. Estos, sin embargo, no están de acuerdo con el contenido del Pacto. Lo mismo ocurre con la reforma laboral. El “dictador” ha indicado que no someterá a “su” Congreso una reforma que no cuente con el apoyo total de los representantes de los trabajadores y las empresas. ¿Existe algún otro ejemplo de “dictadura” donde las reformas no son sometidas a la aprobación del Congreso si no son previamente consensuadas por todos los sectores económicos, institucionales y políticos? “Dictadura” extraña la que nos gastamos.
Otra obsesión del “dictador” reside en lograr un aumento de la competitividad. Durante su mandato ha construido, reconstruido y rehabilitado 4,370 kilómetros de carreteras y 3,359 kilómetros de caminos vecinales. De manera “autoritaria” ha desmantelado un gran número de barreras y trabas que limitan la competitividad y la capacidad de hacer negocios en el país.
Mientras la oposición al gobierno “dictatorial” habla a diario de la falta de transparencia, los organismos internacionales que evalúan el nivel de transparencia presupuestaria resaltan el avance extraordinario que ha exhibido el gobierno dominicano en los últimos 6 años. Así, mientras en el año 2012 obtuvimos apenas 29 de un máximo de 100 puntos en el Índice de Transparencia Presupuestaria que elabora la Asociación Internacional Presupuestaria, apareciendo en la posición 71 entre 110 países, en el 2017, alcanzamos 66, subiendo a la posición 20 entre 115 países, por encima de Guatemala, Chile, Costa Rica, Honduras, Argentina, Colombia, Ecuador, El Salvador, Nicaragua, Paraguay, Bolivia y Venezuela. En cualquier país del planeta, a mayor transparencia presupuestaria, menor espacio para la corrupción.
El “dictador” ha exhibido sensibilidad frente a la intranquilidad de los hogares y las empresas dominicanas debido a la creciente violencia que se observa en la región. Al tener origen en múltiples fuentes, los enfoques holísticos son los más apropiados para hacerle frente, aunque sus resultados no se perciben en el corto plazo. En el ínterin, la “dictadura” ha puesto especial énfasis en prevenir homicidios y perseguir a los criminales sin contemplación. Mientras en los primeros 8 meses del 2012, la tasa de homicidio era de 23.4 por cada 100,000 habitantes, en el 2018 cayó a 13.4, reflejando una reducción de casi 43% en el índice. Aunque el mismo sigue siendo elevado y queda un largo trecho para alcanzar el nivel existente en los países desarrollados, el Índice de Homicidios en República Dominicana es más bajo que los vigentes en Venezuela (81.4), El Salvador (51.0), Jamaica (47.0), Honduras (40.0), Trinidad y Tobago (37.5), Belice (35.9), México (25.8), Colombia (25.0), Guatemala (22.4) y Puerto Rico (20.0).
El “dictador”, definitivamente, es muy extraño. A pesar de haber sido precedido por grandes demócratas, hoy día, bajo el régimen de “cortina de hierro” impuesto por el denominado danilismo, los dominicanos se benefician del clima de libertad de expresión más amplio de toda la historia de la nación. Mientras en el 2012 ocupábamos la posición 95 entre 179 países en el Índice de Libertad de Expresión, en el 2019 ascendimos a la posición 55 entre 180 países analizados. Según la publicación de Reporteros Sin Fronteras, en la República Dominicana gobernada por el “dictador” Danilo Medina, existe más libertad de expresión que en Argentina, Haití, Panamá, El Salvador, Perú, Ecuador, Paraguay, Brasil, Bolivia, Nicaragua, Guatemala, Colombia, México, Honduras y Venezuela.
Lo que más extraña del “dictador” es su apego a las enseñanzas de Jesús. Cuando desde púlpitos de prestigiosas instituciones critican su “autoritarismo”, guarda silencio y presenta la otra mejilla para recibir la siguiente andanada. Mientras eso ocurre, continúa ofreciendo el tratamiento especial y privilegiado que la “dictadura” otorga a esas instituciones. A la institución dominante en el mercado de las religiones, a pesar de que Jesús instruyó “dar al César lo que es del César”, la “dictadura” le ha exonerado impuestos por RD$488 millones en el período 2013-marzo 2019, incluyendo la exoneración de 529 vehículos importados. La “dictadura”, de nuevo, ha dejado ver el refajo democrático que lleva puesto en la distribución de exoneraciones. A la segunda participante en este mercado donde se ofrece vida eterna en el paraíso, el régimen “totalitario” le ha exonerado RD$304 millones de impuestos, incluyendo los impuestos exonerados en las importaciones de 382 vehículos. El apoyo de la “dictadura” a las instituciones que proveen el mensaje de salvación no se limita a las exoneraciones impositivas. En el período 2013-2018, la “dictadura” realizó transferencias a las iglesias, parroquias y ONGs religiosas por un total de RD$3,377 millones.
No me atrae mucho el modelo político de la “dictadura” que, con o sin razón, algunas instituciones asocian y critican al vigente en nuestro país. Me gusta más el “modelo de democracia entre ilustrados” que impera en otras naciones, como el Vaticano, por ejemplo. El mandatario del Vaticano no es electo por el pueblo soberano conformado por 1,325 millones de católicos que existen en el mundo. En esa Nación tienen bien claro que el principio de que el voto de cada individuo vale lo mismo, no es más que una tomadura de pelo. Por eso, en esa democracia, 117 cardenales electores, hombres todos de probada moralidad y capacidad, son los únicos con derecho al voto. Ese sistema de elección no establece límites temporales al ejercicio del elegido. Pío IX, por ejemplo, ejerció el cargo durante casi 32 años. Juan Pablo II, durante 26 años, 5 meses y 18 días. Quizás, para la próxima reforma constitucional, deberíamos ponderar la conveniencia de adoptar el modelo democrático que ha permitido a la nación vaticana consolidarse como líder mundial en transparencia, justicia y moralidad.

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