Existe situaciones que alteran y hace perder el equilibrio a muchos ciudadanos: escuchar bocinas a todo volumen al quedar atrapado en un embotellamiento, aturdirse por el ruido de trenes y colectivos en una terminal urbana, el chillido del subterráneo cada vez que entra y sale de la estación, y hasta escuchar una frenada abrupta que llega a oírse desde un quinto piso a la calle.