El 17 de diciembre de 1999 la Asamblea General de las Naciones Unidas mediante la resolución 54/120, siguiendo las recomendaciones de la Conferencia Mundial de Ministros de la Juventud (Lisboa 8-12 de agosto de 1998), declaró el 12 de agosto como el Día Internacional de la Juventud.
El día de la juventud tiene la suerte de estar en una fecha idónea para que quienes lo celebran miren hacia atrás y pasen balance de los logros alcanzados y las metas que faltan por cumplir en estos ocho meses que el año ya ha agotado.
El significado semiótico y lingüístico que nos arroja el diccionario dice que la juventud es el período de vida que normalmente toma lugar entre la niñez y la adultez, lo cual significa que este es el período en el que los jóvenes se encuentran en un estado fértil, lleno de energía y vitalidad que debe bien utilizarse.
Los jóvenes de nuestra sociedad dominicana que conviven en el sistema universitario tienen el único fin de terminar sus carreras y adquirir conocimientos necesarios para así formar parte del mundo laboral, otros deciden emprender y dejar que sus mentes creativas puedan sostenerlos, sin embargo existen un gran porcentaje de jóvenes en nuestro país que hoy llamamos “nini” ( ni estudian ni trabajan), lo cual resulta preocupante por las probabilidades que tienen esas mentes fértiles de caer en las redes de la delincuencia que trae consigo el ocio y la falta de oportunidades.
Es el rol de cada joven en nuestro país superar, de manera consciente y eficaz las viscisitudes que nuestra sociedad les pueda arrojar, es imperativo que cada uno de los jóvenes dominicanos continúen el legado de superación y fortaleza que nuestros patriotas impregnaron en cada una de sus batallas y mucho más importante es luchar desde sus hogares ante la corrupción, la desigualdad, la discriminación y la falta de valores.
Hoy ser joven va más allá de dejarse llevar por los impulsos, es más que sólo darse el gusto, la juventud hoy en día es más que belleza y libertad sino que se exige compromiso, valor y coraje para tomar decisiones y asumir responsabilidades de la vida propia y de la sociedad cuyos cambios sólo deberían estar en manos de personas con voluntad y lozanía que la juventud permite.
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