El ganadero Ramón Eugenio Medina (Papito), de 60 años, se levantó temprano, como de costumbre, para ordeñar sus vacas. Dejó abierta la puerta de la casa donde dormía su familia y un allegado; y de inmediato penetró un escuadrón de la muerte, integrado por una banda de haitianos y dominicanos. Así comenzó la tragedia.