El domingo pasado, que debió ser un día de descanso en el que las familias aprovechan para compartir, para Juanito (nombre ficticio), un niño de 12 años, resultó ser la mejor oportunidad para escapar de su casa por los maltratos habituales que recibe de su madre y de su padrastro.
“Es un infierno”, dijo el menor, tras narrar cómo se trasladó desde la provincia de Dajabón hasta esta ciudad de Santiago, a unos 140 kilómetros de distancia. Dijo que con su dinero, que había logrado juntar limpiando zapatos, pudo pagar el transporte que lo trasladó hacia aquí.