El número de desaparecidos tras el terremoto en Nepal del pasado día 25 se cuenta aún por millares. De ellos, cerca de mil son ciudadanos europeos, en su mayoría desaparecidos en las rutas detrekking de este montañoso país en el que el seísmo ha dejado al menos 6.250 víctimas mortales y más de 14.000 heridos. “No sabemos dónde están o dónde podrían estar”, ha señalado en Katmandú la representante de la Unión Europea en Nepal, Rensje Teerink. En parte, la dificultad para localizarlos se debe a que muchos viajeros no registran
sus movimientos en sus embajadas.
En la capital, los equipos de rescate siguen localizando cuerpos bajo las ruinas. Las piras funerarias no dan abasto y se ha dado la orden de cremar lo antes posible los cuerpos para evitar la propagación de enfermedades. Los servicios de limpieza riegan con desinfectante las zonas públicas, y a la entrada de algunos hoteles los guardias de seguridad impiden la entrada a quienes no acepten que se les rocíe con líquido limpiador las manos y los pies. Muchos de los habitantes de Katmandú han comenzado un lento éxodo a sus lugares de origen. El Gobierno ha fletado autobuses gratuitos para que quienes hayan perdido su hogar o deseen reencontrarse con sus familiares en los hogares ancestrales puedan hacerlo. Es el caso de Sushila Bantha, de 42 años, que espera en la estación de Gongabu desde hace tres horas para conseguir un billete hacia Nepal Gung, a 16 horas de viaje. “Nuestra casa ha quedado semidestruida. Nos preocupa también la posibilidad de que haya escasez de agua o alimentos en Katmandú. Al menos allí podremos vivir de la tierra”, apunta.
El Gobierno ha cifrado en cerca de 1.800 millones de euros el dinero que hará falta para la reconstrucción de los hogares, infraestructuras y patrimonio artístico destruidos. La ONU calcula que 8 de los 28 millones de habitantes del país, uno de los más pobres de la Tierra, han resultado damnificados. Se han destruido cerca de 600.000 viviendas y 2 millones de personas necesitarán tiendas, comida y medicinas durante los próximos tres meses. La ayuda humanitaria ha comenzado a llegar, poco a poco, a las zonas más remotas de Nepal. Pero las ONG advierten de que será necesario acelerar el paso ante la proximidad del monzón, aproximadamente de junio a agosto
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