Sin embargo, el 30 de noviembre era una fecha esperada décadas atrás
Hoy es el día de San Andrés, una fecha que hace décadas atrás celebraban jóvenes y adultos en pueblos y barrios, jugando a tirar agua, harina, polvo talco y huevos, pero ahora pocos la recuerdan, otros ni se dan por enterados.
Los que vivieron la experiencia describen la tradición como una fiesta sana que esperaban con ansias, sin embargo, muchas veces la celebración terminaba en desorden y pleitos.
En sus momentos de mayor esplendor, el escenario estaba conformado por riñas callejeras, caracterizadas por el lanzamiento recíproco de numerosos baldes de agua, cascarones de huevos con esencias aromáticas. Un aspecto más fastidioso era involucrar a personas ajenas, dejando una secuela de heridos y traumatizados.
Para muchos que vivieron su infancia y juventud en los años ochenta y principios de los noventa, puede que la experiencia de ser víctimas de un ataque con huevos de gallina o harina los 30 de noviembre no sea de muy grata recordación.
El autor del libro el Juego de San Andrés: Génesis evolución y feliz ocaso, doctor Castro Ventura dice: “Es una tradición añeja cuyo recuerdo no debe zozobrar en el muladar de la historia. Aunque no somos partidarios de una absurda reactivación de esta legendaria costumbre, debe constituir parte del necesario e insoslayable conocimiento del acontecer social pretérito, para refrendar las coyunturas sociales positivas y procurar no repetir aquellas que nada aportan a una convivencia civilizada”, advierte el escritor.
Según el libro de Juego de San Andrés, esta tradición llegó al país por los colonos españoles desde el siglo XVI siguiendo una tradición hispana que asignaba el 30 de noviembre para el inicio de los aguinaldos que se manifestaba con el enfrentamiento de bandas juveniles a pedradas.
La Real Audiencia de Santo Domingo utilizaba la tradición para disimular la grave crisis económica de la colonia.
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