Santiago. A sus 60 años de edad, Miguelina Vásquez lleva 35 buscando el sustento de su familia como marchanta.
De esta labor que prácticamente se encuentra en extinción, y que hasta hace pocos años formaba parte de la tradición santiaguense, apenas algunas mujeres permanecen en el oficio.
De esta labor que prácticamente se encuentra en extinción, y que hasta hace pocos años formaba parte de la tradición santiaguense, apenas algunas mujeres permanecen en el oficio.
La costumbre cotidiana, era acudir en sus burros al mercado Hospedaje Yaque y comprar sus mercancías, desde gandules, verduras, hasta carbón para revenderlas en sus comunidades o en las barriadas de Santiago.
La mayoría de las marchantas provienen de las comunidades de Don Pedro y Monte Adentro y algunas de la zona sur.
Miguelina Marcelino, en su recorrido diario, lo hace sin importar la inclemencia del tiempo y el sol lo que le sirvió para levantar su familia integrada por dos hijos y ahora con cinco nietos.
Marcelino vende maíz pelado y guanimo, alimento preparado con harina de maíz.
Dificultades para sobrevivir
Recuerda que hace dos décadas, sumaban alrededor de 20 las marchantas que se abastecían en el Hospedaje Yaque y sobrevivían con lo poco que obtenían durante el día.
En un día labor como marchanta, junto a su burro, quien ha servicio domo fiel compañero de trabajo, en ocasiones puede vender hasta dos mil pesos.
“En los días malos vendo entre mil y 1,500 pesos, y de esa cantidad de dinero debo sacar lo que le invertir para comprar y cocinar el maíz y los guanimos”, expresa la dama, nativa de la comunidad Don Pedro.
En la zona sur queda María Heredia García, conocida como Ercilia, una mujer de 66 años de edad residente en La Ceibita, que recorre diariamente las barridas de Pekín, Marilópez, Cristo Rey y en ocasiones se desplaza hasta la zona alta de La Noriega.
Desde 1973, se levanta todos los días a las 5:00 de la madrugada para dedicarse a la venta de carbón y en ocasiones hasta alimentos para cerdos.
Antes de salir a trabajar, a las 7:00 de la mañana deja en la escuela a una nieta de su única hija.
En sus 46 años de labor ininterrumpida, ha tenido varios burros, el último regalado con una recolecta de la gente de la comunidad para que pueda continuar trabajando. María subsiste con la ayuda de las personas que muchas veces les regalan una libra de arroz.
Otro que permanece en el oficio, es un anciano de aproximadamente 83 años de edad, conocido como Cheche que se dedica a la venta de verduras y gandules en burros. Cheche cuenta ya con 60 años de forma ininterrumpida en esa labor. Pese a su edadSu edad, nunca ve el descanso, pues carece de los recursos económicos para vivir con dignidad.
Espacio honra a las marchantas
En honor a las marchantas, el entonces alcalde, José Enrique Sued decidió levantar una plaza en su honor. El lugar está ubicado en la rotonda de la avenida Benito Juárez a la entrada de Hoya del Caimito, debido a que en su mayoría provenían de las comunidades enclavadas de la parte este del municipio, específicamente Don Pedro y Monte Adentro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario