Si hay un atleta que recorrió todos los estamentos del baloncesto dominicano, desde categorías menores hasta la Selección Nacional, ese fue Máximo Tapia.
Este será exaltado en el 53 Ceremonial del Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano,
el próximo domingo 10, en un acto a efectuarse desde las 10:00 de la mañana en el auditorio de la institución, con sede en el Centro Olímpico Juan Pablo Duarte.
Tapia, quien en sus años de adolescentes, era aquel jovencito que limpiaba el tabloncillo en el Palacio de los Deportes, donde podía ver cada día a las grandes figuras del basket criollo de la época.
Quien lo iba a decir que años después, ese jovencito estaría jugando a nivel superior en el Palacio de los Deportes “pegándole fuego” al aro y al balón.
Tepo tuvo una carrera de 14 temporadas en el distrital, la mayor parte de ellas como estelar y figura cimera en los cinco clubes en que jugó, era digna de la inmortalidad.
Máximo mostró clase como jugador con Arroyo Hondo (1981), Los Astros (1983/87), Los Prados (1988 y 89), San Lázaro (del 90 al 93) y Calero de Villa Duarte (1995).
El nativo de Villa Consuelo, populoso sector Distrito Nacional, se une a los ex beisbolistas profesionales José Núñez, Alfonso Soriano, Plácido Polanco, los propulsores Bolívar Vargas Candelario y Roosevelt Comarazamy, además del ex boxeador olímpico y profesional Jorge Amparo.
Precisamente los cronistas deportivos del país fueron los responsables de convertir próximamente a Tapia en un inmortal. Parte de esos profesionales que hacen vida diaria informando y resaltando las virtudes de los atletas, sobre todo los de la capital, terminaron votándolo para que sea exaltado en el Ceremonial 2019.
Sus inicios en el deporte. Tepo fue un muchacho de barrio que se hizo jugador en el Palacio de los Deportes Virgilio Travieso Soto.
Pero fue un fajador que asumió con puño de hierro la responsabilidad del trabajo desde su infancia. Se ganaba la vida y ayudaba al sustento familiar como vendedor de periódicos.
También se desempeñó limpiando el tabloncillo del Virgilio Travieso, donde luego exhibió su talento de jugador y una capacidad anotadora fuera de serie.
Antes, en la casa del Don Virgilio también hizo el papel de pasador de pelotas durante los años 70 en las prácticas de la selección nacional.
El escolta debutó en 1981 con Arroyo Hondo y de inmediato ganó el premio de Novato del Año, al promediar 8,2 puntos por partidos, producto de 115 tantos en los 14 partidos jugados.
¡Hoy está feliz!.
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