rico, entretenido y puedes hacerlo con o sin pareja. No necesitas más que un rato, sin interrupciones, y lo mejor es que no hay riesgos de embarazo o de contraer una enfermedad de transmisión sexual. Es estimulante y relajante a la vez y puedes hacerlo cuantas veces quieras.
Pero, para algunos, es inmoral o anormal. ¿Por qué? La masturbación, de acuerdo con el
educador sexual José Pando, “es, sencillamente, la estimulación de la genitalia. Es una respuesta sexual humana universal; en todas las culturas la gente se masturba. En los mamíferos, se ve que de una y otra manera se autoestimulan y hasta los niños y niñas lo hacen, desde los dos o tres años”, explicó.
Ese primer contacto con nuestros propios genitales marcará el resto de la expresión a lo largo de la vida. “Es una conducta que sucede y dependiendo de la respuesta del ambiente (si los padres o encargados lo regañan, le golpean la mano o simplemente les desvían la atención a otra cosa) se continúa o no. A través de la historia, desde la temprana niñez, luego con la evolución de las hormonas y durante la adolescencia es que la persona, a veces hasta por casualidad, se toca, le gusta y lo sigue. Es algo muy natural”.
¿Por qué, entonces, la masturbación está rodeada de tantos tabúes y “castigos”? “Todo empieza como una cuestión de que desde el punto de vista tradicional, histórico, cristiano, en el mundo occidental, porque en otras filosofías tiene otro sentido”, señaló Pando.
Por el lado cristiano, el también psicólogo clínico y terapeuta explicó que la condena viene desde la mala interpretación de la Biblia en el capítulo 3, versículos del 7 al 10 en Génesis, que vino a llamarse “El Pecado de Onán”.
Entonces, lo que Onán hacía no era masturbarse, sino practicar el coitus interruptus o, lo que es lo mismo, eyacular fuera del cuerpo de su cuñada. Pero su “pecado” fue interpretado como masturbación y, de hecho, a esta práctica también se le llama onanismo.
Es un evento privado
Podemos entender, entonces, que masturbarse no tiene nada de malo… a menos que se haga maliciosamente, como exponerse en público.
“Es bien importante entender que toda sexualidad, incluyendo la masturbación, son elementos privados. Nada de hacerlo en la calle y es un delito porque la ley lo establece como exposición deshonesta. Es una parafilia”, insistió el educador.
Pero sobre la conducta en sí misma “no podemos decir que es antihumana ni antisaludable. A veces puede ser la única expresión sexual disponible de un ser humano y para mantener un cierto equilibrio de la energía erótica se libera a través de esto, con relajamiento mental y físico. Hay placer, sin ofender a nadie. No es inadecuado, ni improcedente”, apuntó Pando.
¿Cuánto es mucho?
“Hay personas que en la juventud, aún con pareja, se tienen que masturbar de vez en cuando para sentirse tranquilos, o están los que se masturban de mil en cien. No existe un parámetro”, explicó Pando, no sin antes advertir que “sin embargo, si incurres en unos eventos masturbatorios y pasan a ser prioridad, pues eso provoca problemas”.
En este sentido, “si te masturbas cuatro o cinco veces al día y dejaste de compartir con tus amigos, te agotas o lo haces de una forma desmesurada que de alguna manera incide o interfiere o provoca problemas de otra naturaleza, entonces es demasiado”.
Disfruta sin inhibiciones
En su práctica como educador sexual de más de 35 años, Pando ha visto de todo. “En mi vida he visto a más de dos que pasaran de sus 25 años sin masturbarse. Te puedo decir que miles de miles de pacientes. Hemos creado un tormento, elaborando mito tras mito y dejándonos llevar por ciertos elementos o principios religiosos o legales, pero no confundamos una expresión humana o natural con la distorsión de esta expresión en un ‘setting’ de carácter civil o religioso”, advirtió.
Sin violar leyes ni sensibilidades, ni exponerse a otros sin su consentimiento, entonces podemos entender que el ser humano “es sexual, sexuado y erótico. Lo que hay es que entender que es privado o con consentimiento y voluntariamente. Que la gente haga las paces con ellos mismos; que tienen un mecanismo para autogratificarse y no traiga prejuicios en su contra. Lo traumático de todo es que estas personas lo niegan como si fuera malo”.
El doctor José Pando es psicólogo clínico, terapeuta y educador sexual.
– Alejandra M. Jover Tovar
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