SANTO DOMINGO.-Ni los vecinos del presidente de la República, Danilo Medina, exclusivo sector de Los Cacicazgos, están a salvo de la ola de delincuencia que azota a los dominicanos.
El caso más reciente fue el de la familia Arias que fue asaltada ayer a las 7:30 de la mañana por un grupo de individuos armados que cargaron con una cantidad indeterminada de dinero y varios objetos
por un valor superior a los dos millones de pesos.
Las víctimas atribuyen el auge de los robos en la zona al escaso patrullaje policial y dicen que ya o es un lugar seguro.
“Lo malo del caso es que vivimos a una esquina del presidente de la Suprema Corte y a dos cuadras del presidente Danilo Medina, y no hay seguridad en el sector”, expresó la señora Rafaelina Guerrero, quien fue amarrada, encañonada y amenazada junto a su esposo Víctor Alejandro Arias, su hijo David, así como la conserje María Pérez Féliz y el jardinero Robert Rosario.
La familia Arias reside en la casa número 84 de la calle Hatuey, a menos de 100 metros de la residencia del presidente de la Suprema Corte de Justicia.
Menos de ocho horas después, en la misma calle, pero en la casa número 206, otra familia fue asaltada.
La Policía dijo que investiga ambos casos.
Víctor Alejandro Arias y Rafaelina Guerrero narraron que los ladrones entraron a la casa armados con pistolas y cuchillos, amenazaron de muerte a ellos y a los empleados de la casa los amordazaron, y se llevaron siete relojes, una pistola, 212 mil pesos, dos celulares y una cartera con sus documentos.
Los asaltantes también se llevaron prendas preciosas, entre estas dos relojes Rolex, un Gucci y un Cartier.
“Estamos aún en shock, pensé lo peor, le dieron golpes con la pistola a mi hijo y al jardinero. Uno llamó por teléfono y dijo que esta gente no tiene el millón de pesos, y le preguntó a quien hablaba “nos los cargamos, ahí comencé a orar por mi familia y le dije que no nos hicieran daño”, dijo la señora Guerrero.
Los ladrones aprovecharon que el jardinero salió a botar una penca de palma y le dieron un golpe en la cabeza con una pistola, luego lo amarraron y amordazaron con cinta adhesiva y obligaron a la empleada doméstica a subir a las habitaciones donde estaban sus patrones e hijos a quienes también amarraron con cinta plástica.
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