Dona isabel |
MADRES CON SUS NIDOS COMO COLMENAS.
Por Carlos Mejia Blanco
Por Carlos Mejia Blanco
No hay hijos sin madres, ni peces sin ríos, aun cuando hurgamos en las interioridades de las causas. hay hombre que se quedan con las gargantas secas por el llanto y sus corazones se desnudan cuando viene su ausencia, le galopan
caballos cuando van a las memorias, y las penas se apoderan de los motivos, como si fueran altares donde oramos. No hay madres desdichadas, porque en sus palabras se disipan las condenas y se cumplen las predicciones, se desamarran los nudos, como quien hurga en las profundidades de los mares del amor. Ellas en su inaudible voz irrumpen, y en apacible lenguaje metálico se expresan. Pero es en su impetuosa agitación cuando mueven sus alas, de sus abrazos que sanan, así azotan briosamente sus emociones,como residuos del tiempo que se escurre, escondrijos de los libretos donde se desangran las memorias, y en preminencia de los motivos exprimen a los poetas.
caballos cuando van a las memorias, y las penas se apoderan de los motivos, como si fueran altares donde oramos. No hay madres desdichadas, porque en sus palabras se disipan las condenas y se cumplen las predicciones, se desamarran los nudos, como quien hurga en las profundidades de los mares del amor. Ellas en su inaudible voz irrumpen, y en apacible lenguaje metálico se expresan. Pero es en su impetuosa agitación cuando mueven sus alas, de sus abrazos que sanan, así azotan briosamente sus emociones,como residuos del tiempo que se escurre, escondrijos de los libretos donde se desangran las memorias, y en preminencia de los motivos exprimen a los poetas.
Pero hay un contenido que es mensaje subyacente, a la postre el ejecutor de las arbitrariedades de un tirano execrable y recurrente “el dolor”. Como parte de su recorrido desde tiempo inmemoriales, aun cuando no nos habían concebidos sufria. Era el amor como argumento, en rebeldía y su osadía de mantenerlos vivos. ¡los ha levantados! En el sufrimiento que no es nada nuevo, se atizaban los fogones de las carencias, de las quejas, perfumes de los esfuerzos, como quien roe las colmenas donde se consiguen los alimentos, desde una soledad compartida como aluviones.
Acaso ustedes no se percataron que a las noches le puso aldabas, y a sus sentimientos un freno, para que la nocturnidad no fuera el principio, recurrir para abrigarse de un frio que le da a todos los mortales, y desde ahí caer a los abismos. Esas generaciones de mujeres estaban ya condenadas a la gloria, parieron sobre piedras, en las recequedades de los suelos, entre las guatas como sus nidos , a codornices, gorriones y como colofón a las abejas. Ver crecer a sus vástagos, llevarlos sobre sus hombros, o debajo de sus sobacos, es como el pez entre las piedras, que ve en los escombros a sus generacionales. El miedo a perder da fuerza, escudriñar con las manos el sentido de ser madre. Porque ellas buscan en los confines del mundo, en los lugares más apartados, la verdad como tormentos, que son acentuados espacios abandonados, islas adyacentes, y escondrijos bien ubicados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario