16 abril 2019

El san, el fiao, el empeño, las rifas: formas de sobrevivencia que aún forman parte de la cultura del dominicano

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Santa y Yudith son dos mujeres que desde hace años utilizan el san como método de ahorro. Esto les ha permitido comprar electrodomésticos, muebles y otros utensilios para  su hogar o negocio.
Yudith incluso ha podido ahorrar por si alguna de sus hijas se queda sin trabajo y necesita dinero para continuar la universidad.

El san es una modalidad antiquísima. Algunos libros documentan que este método fue introducido a la isla por los africanos importados como esclavos por los colonizadores españoles.
A pesar de ser tan antiguo, el san sobrevive en la actualidad como una forma ahorro informal que tiene sus ventajas respecto a los modernos mecanismos que ofrece el sistema bancario.   
“Yo llevo san porque es más cómodo que ir al banco porque no tengo tiempo para ir a hacer filas para hacer depósitos. Con el san van a buscar el dinero a mi casa”, explica Santa Valdez, quien asegura que esto le permite además tener un mayor compromiso para ahorrar.
Así como el san, hay muchas modalidades populares de ahorro y crédito que a pesar de los avances del sistema bancario persisten en la idiosincrasia de los dominicanos. Algunas de ellas fueron recogidas en el libro “La cultura del ahorro en la República Dominicana. Del Situado a la banca”, publicado por la Superintendencia de Bancos (SIB), y las reseñamos en este artículo.
El fiao
El fiao se define en el libro como “un sustrato cultural de crédito de confianza, se fía a la persona que no tiene dinero efectivo en su demanda del servicio o compra de un artículo, se registra su deuda para que pague cuando pueda”.
En los barrios y en las comunidades rurales todavía es común coger fiao en  los colmados, polleras, fantasías, ventorrillos, salones de belleza, y otros comercios.
El fiao es una alternativa para miles de personas pobres. En el libro se recogen expresiones como “yo estoy viva porque ese señor (dueño del colmado) me fía, sino me hubiera muerto del hambre”.
“El fiao es un medio de sobrevivencia para la vida en pobreza y para el mantenimiento de pequeños negocios”, se establece en la obra.
El empeño
Las casas de empeño son establecimientos a los que desde hace años recurre la gente en busca de dinero para salir de alguna emergencia. A estos lugares comúnmente se llevan electrodomésticos y joyas que se quedan como garantía por un tiempo determinado hasta que el dueño pueda retirarlos.
Es por esto que los electrodomésticos se consideran una inversión importante para la cultura popular porque son los principales artículos de “ahorro”.
El televisor, por ejemplo, es un artículo de “fácil empeño” que permite la adquisición de ingresos rápidos en corto plazo ante las situaciones de emergencia como: enfermedad, muerte, deudas compulsivas.
“Tener televisión es una necesidad, resuelve”. “Uno puede empeñarlo cuando se le presente algo”, se reseña en el libro de la SIB.
La obra establece que debido a que el ahorro en muchas de familias es casi imposible, a veces se recurre al empeño hasta para comer.
Las rifas
Las rifas son estrategias que regularmente utilizan las mujeres de escasos recursos como fuente de ingresos.
Muchas mujeres todavía organizan rifas en el barrio, o hasta en los lugares de trabajo, como mecanismo de sobrevivencia. Este método consiste en comprar algún artículo, hacer una lista de números y rifarlos a determinado precio.
Con ello logran obtener una ganancia varias veces mayor a la cantidad invertida en el artículo.
“La “ilegalidad” de la rifa no ha afectado su permanencia en el tiempo y en la vida de los barrios. Convirtiéndose para muchas mujeres en una estrategia importante de sobrevivencia. Yo soy rifera de toda la vida, y gracias a eso he podido hacer mi casa y mantener mi familia”, reseña la obra “La cultura del ahorro en la República Dominicana. Del Situado a la banca”.
Hay mujeres que han sido riferas por más de 30 años y con esto han logrado mejoras importantes en sus vidas y en la de sus familias.
Estas son prácticas de subsistencia que utilizan las poblaciones económicamente indefensas para mitigar sus dificultades, pero aún así no logran solucionar el círculo de miseria en el que viven.

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