27 enero 2016

Una hija de El Chapo logra registrar nombre del narco como marca

Los delirios de grandeza de El Chapo eran bien conocidos por los psicólogos penitenciarios. Acomplejado, frío y calculador, a Joaquín Guzmán Loera nunca le importó matar para lograr sus fines. Lo que no podían imaginar los especialistas forenses es que su ambición llegase hasta al punto de querer patentar su propio nombre.

El Chapo. Una marca que una de sus hijas, Alejandrina Gisselle Guzmán Salazar, ha logrado registrar ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial. La autorización, un esperpento más en un país humillado por las continuas burlas a la justicia del capo, permite a la familia del líder del cártel de Sinaloa beneficiarse de la venta de relojes, sombrillas, joyas y hasta adornos de navidad con el sello del criminal.
La consecución del registro ha sido tortuosa. La esposa y la hija presentaron entre 2011 y 2014 al menos 24 solicitudes. Los escritos recogían todas las variantes posibles del famoso alias: El Chapito, Don Chapo, El Chapo Guzmán, Joaquín Archivaldo Guzmán Loera... Una tras otra fueron rechazadas en atención a las “buenas costumbres, el orden público y la moral”. En sus respuestas, el Instituto de la Propiedad Industrial , según el diario mexicano Milenio,recordaba además el “contexto social” que atraviesa la sociedad mexicana y el daño sufrido a manos de la delincuencia. Hasta aquí todo normal. El dique se resquebrajó, sin una explicación clara, en cuatro peticiones referidas exclusivamente al nombre El Chapo, un apelativo empleado en el país norteamericano para referirse a personas de corta estatura (Guzmán Loera mide 1,64 metros). La autorización permite a la hija del narcotraficante, y por ende a él mismo, comercializar bajo esa rúbrica un amplio surtido de productos: joyería y bisutería, relojes, cronómetros, juguetes, paraguas, sombrillas, baúles, maletas, cuero y hasta adornos de navidad y artículos de gimnasia.
La marca quedó inscrita en la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, donde otras tres personas, aunque sin vínculos conocidos con el narcotraficante, también han logrado autorización para el sello El Chapo. En un caso se trata de un permiso para utilizar la marca en instrumental fotográfico, náutico y científico, y en otro, para ropa y calzado.
Alejandrina Gisselle Guzmán Salazar, de 32 años, es una figura poco conocida. Al igual que sucede con todos los allegados al narco, se ha movido durante años tras un muro de silencio. Su nombre adquirió cierta notoriedad en octubre 2012 cuando fue detenida en Estados Unidos al tratar de cruzar la frontera con documentación falsa. Tras cumplir tres meses de condena, regresó a México. Luego, su pista se perdió.

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