Hoy se cumplen 15 años de la muerte del doctor Joaquín Antonio Balaguer Ricardo, ex presidente de la República durante 22 años, divididos en un primer período de 12 años, del 1966 al 1978 y diez años 1986 al 1996.
Balaguer tuvo una personalidad enigmática y llena de secretismo, lo cual selló su personalidad a lo largo de todos sus mandatos presidenciales
Balaguer también fue abogado, orador y escritor. Nació el 1 de septiembre de 1906 en Villa Bisonó, Navarrete. Tras obtener el título de bachiller en Santiago (1924), estudió derecho en la Universidad de Santo Domingo, por la que se licenciaría en 1929. Posteriormente viajó a París para cursar estudios en la Sorbona.
Aficionado a la política y militante antihoracista, Balaguer participó en la conjura de Estrella Ureña y de Rafael Leónidas Trujillo contra el régimen de Horacio Vásquez en 1930. Desde entonces y hasta 1961, año de la muerte de Trujillo, ocupó cargos de importancia: subsecretario de la Presidencia (1936), embajador en varios países hispanoamericanos y en la ONU (años cuarenta), ministro de Asuntos Exteriores (1954) y de Educación (1955) y vicepresidente de la República (1957).
Cuando Rafael Leónidas Trujillo hubo de cesar a su hermano de la presidencia a causa de su impopularidad en el interior y en el exterior, cedió el poder a Balaguer (1960); estrechamente vigilado por el dictador, Balaguer trató de suavizar el régimen del que se sentía «prisionero». El posterior asesinato de Trujillo (1961) dejó a Balaguer como único poder en el país, con el difícil reto de desmantelar la dictadura. Tras varias semanas de manifestaciones contra la continuación de las estructuras represivas del trujillismo, el 16 de enero de 1962 Balaguer fue derrocado en un golpe de Estado encabezado por el general Pedro Rodríguez Echevarría, y se exilió en Nueva York.
La grave crisis de 1965, en la que los partidarios y los detractores del presidente izquierdista Juan Bosch (depuesto en 1963) se enzarzaron en una suerte de guerra civil, quedó zanjada con una intervención militar de los Estados Unidos y el compromiso de las partes de celebrar elecciones, lo que permitió el regreso de Balaguer a Santo Domingo. Joaquín Balaguer concurrió a las elecciones como candidato del Partido Reformista (el PR, que había fundado en junio de 1964 en Nueva York) y derrotó en la jornada electoral del 1 de junio de 1966 a Juan Bosch, del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), en lo sucesivo su más enconado rival.
Tras eliminar la prohibición constitucional de un segundo mandato presidencial, Balaguer obtuvo la reelección en las elecciones de 1970 y 1974, que se desarrollaron sin verdadero juego competitivo, pero hubo de reconocer, ante las presiones de los Estados Unidos, su derrota en las presidenciales de 1978 frente a Antonio Guzmán, candidato del PRD. Tal hecho se presentó entonces como el final del pos-trujillismo y como un principio de aceptación de la alternancia en el poder y de la neutralidad del ejército en las cuestiones políticas. En las elecciones de 1982, Balaguer volvió a ser derrotado por el candidato gubernamental, Salvador Jorge Blanco.
Tras ocho años en la oposición, Balaguer ganó las elecciones de 1986 con el 41% de los votos, no sin la impugnación del candidato del PRD, Jacobo Majluta. Prácticamente ciego y con la salud muy quebrantada, Balaguer fue reelegido en 1990 con sólo un punto de ventaja sobre el también anciano Juan Bosch, del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), quien acusó al PRSC (partido surgido de la fusión del Partido Reformista de Balaguer y el Partido Revolucionario Social Cristiano, que desde ese momento pasó a llamarse Partido Reformista Social Cristiano) de haber cometido fraude.
Aún insistió Balaguer, pese a los achaques propios de su avanzada edad (86 años), en un último mandato presidencial. Los resultados oficiales lo dieron como vencedor con el 42,5%de los votos, pero aquellas elecciones de 1994 destacaron como las más sucias de los últimos años; fue evidente que sin el fraude habría ganado el perredista José Francisco Peña Gómez. El gran revuelo generado, más la mala imagen internacional, forzaron a Balaguer a modificar la Constitución para prohibir la reelección y a convocar nuevas elecciones en 1996, a las que no se presentaría.
Como último gesto de astucia, Balaguer acordó con su inveterado adversario Bosch (escorado desde hacía tiempo a la derecha) apoyar al nuevo líder del PLD, Leonel Fernández, frente al enemigo común, José Francisco Peña Gómez. Éste último, que se había impuesto ampliamente en la primera vuelta, cayó derrotado en la segunda. Balaguer ni siquiera se molestó en hacer campaña por el candidato de su propio partido, Jacinto Peynado.
El 16 de agosto entregó el poder a Leonel Fernández, poniendo fin a un ejemplo de perdurabilidad inédita en la región (exceptuando el régimen de Fidel Castro) y a un estilo de hacer política paternalista, conservador y caudillista. Sus mandatos se vieron siempre cuestionados por la desconfianza respecto a las vinculaciones de Balaguer con la dictadura y por la persistencia de la violencia política.
Todavía volvió a postularse en 2000 y logró la segunda posición en los comicios que elevaron a la máxima magistratura del país al socialdemócrata Hipólito Mejía. Dueño de una prodigiosa memoria y buen orador, Balaguer escribió una treintena de libros y numerosos artículos de variados géneros: poesía, biografías y ensayos sobre literatura o historia.
Balaguer falleció el 14 de julio del 2002.
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