02 julio 2019

El Walkman cumple 40 años, el primer invento de la música portátil

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Hoy en día un teléfono móvil sirve para muchas cosas. Es un miniordenador desde el que los usuarios pueden disfrutar de uno de los mejores pasatiempos, escuchar música.
Pero antes de aquello hubo un principio. Fue un pequeño invento de la tecnología. Un reproductor de cintas de casete que permitía llevar a cuestas la música.

Rompió récords. Y le dio un gran baquetazo al vinilo, hoy recuperado para los melómanos. La historia detrás del Walkman es la historia de la inmersión cultural, de la capacidad de disfrutar de las canciones en la intimidad. Aunque existen controversias sobre la autoría de este dispositivo, fue Sony quien, en 1979, lanzó el TPS-L2.
Los adolescentes y jóvenes de la época tuvieron a mano un «gadget» con encanto, que representaba su estatus. Su precio inicial era demasiado elevado. No todos los chiquillos se lo podían permitir. La sensación que causó define sin ambages la sociedad del momento. En cualquier caso, es un símbolo de los años ochenta, un verdadero icono, que allanó el camino a otros reproductores.STATISTA                    Su importancia es que podías escuchar tus discos preferidos (o la radio) desde cualquier sitio. Porque inauguró la era de la música portátil, revolucionó su consumo. Inspiró, además, a todo lo que vino después porque durante estos cuarenta años ha visto desfilar numerosos productos como la aparición del Discman (1984), la revolución del MP3 (1998). El propio Steve Jobs, cofundador de Apple, recogía aquel legado cuando creó el iPod (2001).
En los albores de la revolución digital, el primer modelo de Walkman era, además, extremadamente fácil de usar. De diseño minimalista, tenía unas limitadas funciones que se resumían, básicamente, a reproducir, rebobinar y detener la música. Aquel aparato cosechó un éxito inmediato. Los distribuidores, de hecho, estuvieron desbordados por la demanda. Diez años después de su lanzamiento ya se habían vendido 50 millones de unidades. Hasta marzo de 2010, justo cuando Sony anunció su retirada del mercado, había vendido exactamente 200.020.000 unidades. Numerosos fabricantes se subieron al carro como Toshiba, JVC, Panasonic.
Y fue tal el impacto del reproductor, que hoy nos referimos a todos los dispositivos de este tipo, con el nombre de la marca (Walkman). Y esto fue posible gracias al trabajo de Masaru Ibuka y Akio Morita, que idearon el concepto original y lo lanzaron al mercado con un precio de 200 dólares. Originalmente, el dispositivo requería un soporte físico para almacenar la música.
Era el casete que Philips había producido hacía décadas y que permitía guardar hasta 60 minutos (30 minutos por cara) con una calidad aceptable. Antes de la voracidad de la piratería, los usuarios se fabricaban sus propios recopilatorios con sus canciones preferidas. Alquilaban cintas y CD’s para grabarlas en casa. Era un sentimiento en forma de homenaje y no de estar realmente cometiendo una ilegalidad. Porque, además, era un aparato que obligaba a sus consumidores a tomar decisiones, como elegir la cinta que querían llevarse o la necesidad de darle la vuelta a la cara.
Consciente del hábito que habían desarrollado entre los usuarios, la firma japonesa quiso repetir el éxito en años siguientes con sucesivos nuevos modelos que introdujeron capacidades más innovadoras. El WM-101 incorporó las pilas recargables, luego vino el MZ-1,un modelo de corte más deportivo WM-F5. Incluso en 2015 ha seguido renovándolo con el ZX2, que proporciona la experiencia de alta resolución.

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