1.- Por formación familiar e ideológica no estoy formado para odiar, desdeñar, ni en forma alguna aborrecer a ningún ser humano, aunque contra mi haya ejecutado una acción despreciable. En mi corazón solo hay espacio para amar, estimar y el sentido de la solidaridad. Tener y expresar cariño a los demás me hacen sentir bien.
2.- Cuantas veces he sufrido por la maldad que me hace otra persona, reacciono indignado, me ofendo, pero no le guardo rencor, ni elaboro maquinaciones en su contra, la ignoro, me hago de cuenta que no existe. No pierdo mi tiempo pensando en que me lesionó; en lo adelante borro su figura y de mi mente se esfuma el agravio.
3.- Mis adversarios políticos, a los enemigos gratuitos y aquellos que han fingido ser amigos y luego compruebo su falsía, no tienen en mí un acosador mental, necio hostigador ni difamador gratuito. Hasta con mis contrarios me manejo con lealtad, no sé ser falaz, artero, ni perverso.
4.- Una vez fue descubierto el caso de la tentativa de asesinato contra mi hijo Jordi, fui convocado a la fiscalía de Santiago para que conociera a los autores. Cuando les vi lloré de pena, y solicité a sus custodios retirarles las esposas. De ellos, Francisco Carela Castro, el organizador de los sicarios, al yo observar que daba muestras de dolor en la rodilla de su pierna izquierda, le dije a la Magistrada Yeni Berenice, que le mandara a comprar un calmante similar a uno que uso cuando me ataca la artritis.
5- No hay aspiración de venganza cuando la víctima recurre a los mecanismos legales, jurisdiccionales e institucionales a los fines de que sus victimarios respondan de sus hechos y paguen las consecuencias. Una sociedad que se supone civilizada no puede vivir a merced de la criminalidad.
6.- En el caso particular de Adriano Román, en todo momento he dicho que en su contra no anido odio ni rencores, que lo único que deseo, al igual que Jordi y toda mi familia, es que cumpla en la cárcel las sanciones de las que se ha hecho merecedor por los crímenes ejecutados contra Miguelina Llaverías y mi hijo.
7.- Precisamente, en estos momentos cuando se ha convertido en un clamor nacional que cese la impunidad, se castigue a los delincuentes, que la ley tome su imperio y resplandezca la justicia, no se puede permitir que Adriano Román, burle las sentencias dictadas en su contra.
8.- Constituye un impudor, pura indecencia, una bofetada a lo mejor de la sociedad dominicana, en nombre del dinero santificar los actos criminales llevados a cabo por Adriano Román, quien ha hecho de la criminalidad un hábito y de la burla a la justicia una broma, una jarana, diversión de mal gusto.
9.- Somos partidarios de que se le garantice y dé total protección a la salud de Adriano Román, para que saludable acate las condenas de que se ha hecho merecedor, tal como lo dispusieron los tribunales. Solo cuando cumpla con las penas impuestas puede Adriano irse a su casa.
10.- Soy respetuoso de la vida, derechos y libertades de cualquier ser humano, aunque sea un consuetudinario criminal como Adriano Román, pero mi vocación de miramiento hacia los demás no llega a tolerar irrespeto a mi familia, a mi persona y a lo que todavía sirve en el seno de la sociedad dominicana.
11.- A los que procuran acomodar y proteger a Adriano Román, les advierto que para mí es una cuestión de honor que éste complete sus merecidas condenas en Rafey, no en su casa, ni en una clínica estando sano.
12.- Aquellos que por paga hacen de padrinos de delincuentes, deben saber que no todo el dinero se puede coger; que hay billetes de bancos que queman bolsillos, y que entre el cielo y la tierra no hay nada oculto. La transigencia, la tolerancia pagada por el delincuente es familia directa de la corrupción.
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