En 1992 la Asamblea General de Naciones Unidas estableció que el 22 de marzo de cada año se celebraría el Día Mundial del Agua. El dia del agua
Zahra Ennaji, de 16 años, lleva agua a través del desierto del Sáhara hasta el campamento nómada donde vive con su familia, en el sur de Marruecos. Tras buscar agua y otras tareas domésticas, Zahra camina 10 km. cada día para asistir a la escuela.
Un bien escaso
En un mundo que está cubierto en sus dos terceras partes por agua, puede parecer un contrasentido mencionar que el difícil acceso al agua potable es la causa de enfermedades y pobreza para 1.500 millones de personas.
Sin embargo ésta es la realidad. El agua apta para uso humano (dulce, potable y de fácil acceso) es una parte muy pequeña del total y su escasez no se debe sólo a las condiciones naturales de determinadas regiones, sino que tiene mucho que ver con el aumento de la población, el despilfarro y la contaminación.
La situación es preocupante y muchos expertos consideran la cuestión del agua como el desafío más importante que debe afrontar la humanidad en el siglo XXI.
Además del agua para beber, la agricultura, la industria, la higiene y la salud, la calidad ambiental, etc.; las posibilidades de desarrollo de un territorio y su población dependen del agua, de su calidad y de su consumo racional.
Una mujer descansa junto al agua que acaba de recoger en un río cercano a su aldea, en el norte de Mongolia. La falta de agua afecta a personas de todo el planeta, no sólo a los habitantes de las regiones más cálidas.
El valor del agua
A los estudiantes de economía, para distinguir los conceptos de valor y precio, se les suele plantear la siguiente cuestión: ¿Cuál es el precio del agua? ¿Y su valor?:
- Un estudiante despistado contestará que el precio del agua es muy bajo, por lo tanto vale poco.
- Un alumno más avispado responderá que su precio es pequeño, sí, pero su valor es gigantesco: sin agua no hay vida.
En nuestro propio país, un territorio que se caracteriza en su mayor parte por las escasas precipitaciones (especialmente en verano), todavía es muy habitual el riego a manta, es decir, inundando completamente los cultivos, con el desperdicio de agua que eso supone.
En una aldea de Kenia, un niño debe caminar durante varias horas al día hasta el pozo más próximo para llevar a su familia unos pocos litros de agua. Esta familia mide mucho cada cuenco de agua y se lo piensa dos veces antes de consumirlo.
Seguramente el valor que atribuye al agua el consumidor español o la familia keniana sea muy distinto. El relativo bajo precio del agua en España hace que a veces no valoremos su importancia, tanto para los seres humanos como para toda la naturaleza.
La calidad ambiental de nuestro entorno y del planeta depende mucho del uso que todos hagamos del agua, de tratarla como lo que es, fuente de vida.
Un dato para la reflexión |
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El consumo medio de agua por habitante en un país industrializado, como los Estados Unidos es de cerca de 2000 m3, mientras que en un país en desarrollo como Níger es de 41 m3.
Hazare Mamane, de 12 años lava los platos en su aldea, en Zinder, una región de Níger que limita con el desierto del Sáhara. El agua que recoge todos los días no es sólo para beber: la alimentación y higiene de toda la familia dependen de ella. |
El agua y la cultura
Existen tantas maneras de considerar, utilizar y conmemorar el agua como tradiciones culturales alrededor del mundo. El agua se sitúa en el centro de numerosas religiones como un elemento sagrado y se utiliza en diversos rituales y ceremonias.
Durante siglos, el agua ha sido también fuente de inspiración para el arte, que la ha representado a través de la música, la pintura, la literatura y el cine.
Cada región del mundo tiene su particular forma de consagrar el agua, pero todas reconocen su valor y el lugar central que ocupa en la vida humana. Las tradiciones culturales y los valores sociales determinan la manera en que las poblaciones perciben y gestionan los recursos hídricos en las distintas regiones del mundo.
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