26 febrero 2017

¡Ahora o nunca, dominicanos!

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En amplios sectores de la sociedad dominicana existe hoy la convicción de que los niveles de anomia social, con burla sistemática de la Constitución y las leyes, de corrupción y descarada impunidad han tocado fondo, agrietando gravemente el funcionamiento institucional de la nación y reproduciéndose en la delincuencia general que amenaza la seguridad de la inmensa mayoría honrada y trabajadora.

A ese despertar de la por tanto tiempo adormecida conciencia ciudadana se atribuye el éxito del espontaneo movimiento social que proclama el fin de la impunidad, que reúne multitudes y logró en tres semanas el aval de más de 312 mil dominicanos, con muy limitados recursos financieros, sin pagar un peso ni prometer empleos o subsidios.
El grito generalizado es ¡ahora o nunca dominicanos!: nos levantamos de la indiferencia, la tibieza y la complicidad pasiva o nos sorprenderá una grave crisis de
insostenibilidad financiera y el imperio de las bandas de tráficantes de todo género, de delincuentes trajeados y barriales que impondrán un estado en el que no habrá seguridad para nadie.
Debemos empoderarnos definitivamente y romper los silencios de las academias, de los intelectuales, de los militantes políticos responsables, del liderazgo empresarial y religioso, convencidos de que este es el único lugar donde no somos extranjeros y de que las puertas de la migración se están cerrando. Que no podremos enviar otros casi dos millones de dominicanos hacia el exterior, como en el último medio siglo para que nos sostengan sus remesas.
¡Ahora o nunca! detener el robo público para financiar campañas millonarias de años hasta para ser regidor y que entrega parcelas del Estado a los grupos de traficantes políticos, y para que las decisiones gubernamentales dejen de estar determinadas por el rentismo empresarial y el clientelismo populista. Para que las leyes dejen de ser simples sugerencias, para que establecer la separación de poderes.
¡Ahora o Nunca! para que no tengamos decenas de vicecónsules en cada país, 12 embajadores en la ONU o 36 subdirectores en Bienes Nacionales, ni cuatro mil botellas en el CEA y dos mil en algo llamado INESPRE.
¡Ahora o nunca! para que las auditorías de la Cámara de Cuentas, la mayoría con documentación de la corrupción, se traduzcan en acciones judiciales. Para que los terrenos estatales no se repartan o vendan a precio de vaca muerta. Para que ningún funcionario pueda auto multiplicarse sus ingresos ni gastar más de lo que se presupuesta.
¡Ahora o nunca! para que obliguemos a aprobar una ley de partidos que llevamos 25 años discutiendo, no “la posible” que se nos quiere imponer, sino la que garantice la democracia interna y transparente el origen y el uso de los recursos, con sanciones operativas para el latrocinio y el abuso de lo público.
¡Ahora o nunca! para que sanciones la sobrevaluación, que ya llega hasta el 100% en las compras y contrataciones, para que no haya que pagar comisiones por obtener contratos y luego para cobrar, para que no vendan por cheles los terrenos, los parques ni los barrios ni las minas, y para que los políticos no se puedan convertir de la noche a la mañana en grandes empresarios que nos estrujan impúdicamente el fruto del robo público.
¡Ahora o nunca! para que no se roben la electricidad, ni los cables eléctricos y telefónicos, ni las barandillas de puentes y verjas, ni los féretros recién sepultados, ni vendan las áreas protegidas. Y para que el dinero no logre absoluciones ni determine decenas de reenvíos judiciales o lleve grandes delincuentes a vivir en las clínicas.
¿Ahora o nunca! para que la anomia y la corrupción generalizada no sigan incentivando la delincuencia que mata a una niña para robarle u celular, o a un platanero para quitarle el beneficio de la jornada. Para que podamos restablecer la seguridad.
¡Ahora o nunca! no para deponer a ninguna autoridad, sino para que cumplan su responsabilidad o se vayan si no pueden. Es ahora o nunca, dominicanos!

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