Este jueves 23 de agosto se cumple un año de la desaparición de la adolescente Emely Peguero. La menor con cinco meses de embarazo fue encontrada muerta el 31 de ese mismo mes.
Por el caso, que ha causado indignación y repudio en la sociedad dominicana, fueron enviados a juicio de fondo su pareja Marlon Martínez y la madre de éste, Marlin Martínez. Desde entonces, la vida de la familia de Emely ha cambiado por completo.
Se recuerda que con insistencia Marlin pidió ante la prensa a quien pudiera dar información sobre el paradero de la jovencita, con su hijo Marlon sentado a su derecha. Ella, con la mirada fija frente a las cámaras, clamaba por que apareciera la menor.
Pero en su interior sabía lo que había pasado con Emely, quien fue vista por última vez la mañana del 23 de agosto cuando salió a encontrarse con su pareja para un chequeo médico. Desde entonces los minutos, las horas y lo días fueron eternos para sus familiares, amigos y vecinos; la niña no parecía.
Un presentimiento le decía a su madre que había pasado lo peor, pero no dejaba de pedir para que la más pequeña de su prole apareciera viva y salva.
Seguían pasando los días y Emely Peguero no aparecía; varios allanamientos empezaron a realizarse en las propiedades de la madre de Marlon, quien se convirtió en el principal sospechoso de la desaparición de la joven.
Tras las pesquisas y encontrarse algunas evidencias, Marlon fue detenido. Aseguró ser inocente y que dejó a su pareja en una parada de transporte.
Días después, se puso a disposición de las autoridades. Marlín también proclamo su inocencia.
Ya con los días encima, una familia destruida y una sociedad demandando justicia, Marlon comenzó a confesar. Las autoridades designaron una comisión de alto nivel que de inmediato comenzó atar los cabos.
El 30 de ese mismo mes el joven guió a las autoridades hasta el vertedero de Cenoví, en la provincia Duarte, luego recorrieron el puente ubicado en La Boca de Genimillo, pero la búsqueda fue en vano.
La “telaraña comenzó a desenredarse”. El hallazgo de una maleta próximo a una finca llevó a las autoridades hasta la comunidad de Cayetano Germosén, provincia Espaillat, y lo que se encontró fue espeluznante: el cuerpo de la adolescente estaba allí.
El sufrimiento de su familia fue indescriptible, su sepelio estuvo marcado por el dolor, la impotencia, y la sed de justicia.
En la investigación salieron a relucir otros implicados que, de alguna manera u otra, se han convertido en testigos del caso que está en etapa de juicio de fondo.
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