Mientras muchas empresas e instituciones del Gobierno se preparan para hacer gastos millonarios en canastas para los pobres, obsequios para allegados, fiestas navideñas, distribución de millones de pesos en bonos, miles de familias tendrán que pasar estas festividades como viven a diario. Sólo con la gracia de Dios, y la limosna de alguien.
Aunque parezca insólito, a uno cinco minutos del Palacio Nacional, vive una familia en la más extrema pobreza. Esther Holguín una señora de 81 años vive con sus hijos: Aura Álvarez y Leandro Álvarez de 31 y 28 años respectivamente, hacen un llamado de ayuda a personas o instituciones caritativas.
“Nosotros lo que queremos es que alguien nos ayude, para poder por lo menos comer todos los días. Ya usted vivo aquí con mis hijos y la verdad es que la estamos pasando mal. Comemos por los que nos dan las vecinos”, expresó Esther con tristeza en el rostro.
Viven en una modesta casa de madera ubicada en la calle Benito González número 106 en el sector San Carlos. La humilde vivienda que parece inclinarse ante el inexorable paso del tiempo y el descuido está a punto de caerse. Su color verde ha sido desgastado por la lluvia, el sol y la intemperie. Y aunque su diseño debería ser considerado vintage, por su abandono más bien son una ruina.
Adentro es invivible. Un fuerte olor a pobreza y descuido sale de su interior ya que con el pasar de los años se han dedicado a acumular cosas inservibles, que al igual que sus recuerdos con el tiempo solo para ellos tendrán algún valor, y en la actualidad cuesta más tirarlo que tenerlo.
Aunque por su estructura o peso corporal, su apariencia es de no estar pasado trabajo. El entorno, el color de sus palabras y el opaco brillo de sus pequeños ojos dan fe y testimonio de la honestidad de su declaración.
“Yo sólo quiero que usted diga, que alguien se conduela de nosotros. Mire la hora que es (12:28 del mediodía) y donde estamos solo viendo los carros pasar”, agregó acongojada la octogenaria mujer.
No tienen, radio ni abanico y muchos menos un televisor. Quizás esta forma de incomunicación sea una bendición, ya que no podrán imaginarse de cómo es vivir en un país donde la economía crece a la misma velocidad que los nuevos ricos, la pobreza, la indiferencia, la desigualdad, la injusticia y la corrupción.
Crecimiento
Según el Banco Central durante los primeros nueve meses de este año, el producto interno bruto alcanzó un crecimiento interanual de 4.8 %, el más alto de América Latina y el Caribe. Este crecimiento económico ha contribuido a mejorar otros indicadores sociales como la pobreza y la desigualdad.
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