Hay gente que no tiene nada en el ombligo, mientras que otra tiene que limpiárselo cada día.
Parece ser que hay dos cosas que uno debe saber sobre la suciedad que se forma en los ombligos.
La primera es que lo que se forma en el interior del ombligo recibe el nombre científico de “pelusa de ombligo”.
La segunda es que estas pelusas se forman en mayor cantidad en hombre peludos de mediana edad, y especialmente en aquellos que acaban de subir de peso recientemente.
Estas son las conclusiones de una investigación de la Universidad de Sydney, Australia, liderada por Karl Kruszelnicki.
El doctor Karl, como lo conocen sus fans, tiene un programa de radio sobre ciencia en Australia, y recientemente uno de sus oyentes preguntó sobre cómo se forma la suciedad del ombligo.
Esto provocó que el doctor Karl distribuyese un cuestionario a través de internet con el fin de averiguar más sobre ese lugar al que nunca nos miramos.
La ciencia de la pelusa
Pero el doctor Karl no fue la primera persona a la que se le ocurrió esto.
En 2009 un investigador de la Universidad Tecnológica de Viena llamado Georg Steinhauser publicó una hipótesis sobre el ombligo en una importante revista científica.
Por alguna razón Steinhauser recolectó la pelusa de su ombligo cada día durante tres años.
Aunque insiste en que su nivel de higiene personal es bueno, su ombligo se llena da pelusa invariablemente cada día.
En total el investigador recolectó 503 muestras de su ombligo, cuyo peso combinado no llegó ni a un gramo.
De media, cada muestra tuvo una masa de 1,82 miligramos, y la mayor de todas ellas pesó 9,17.
“Proyecto diversidad”
Pero Steinhauser no solo se limitó al peso, sino que también analizó la composición química de las muestras.
Steinhauser encontró, además de restos de su camiseta de algodón, polvo, restos de piel, grasa, proteínas y sudor.
Aunque Steinhauser y Kruszelnicki parecen haber sido los único investigadores obsesionados con sus respectivos ombligos, hay una investigación en curso con el fin de determinar mejor la diversidad de sustancias que nos podemos encontrar en estos recovecos.
Rob Dunn, investigador del departamento de biología de la Universidad de Carolina del Norte inició un proyecto llamado “Proyecto de diversidad del ombligo”.
En 2011 Dunn y sus colegas recogieron muestras de más de 500 voluntarios en una conferencia científica en Carolina del Norte.
Pero esta vez no estaban interesados en la pelusa: querían saber más sobre los microbios que habitan el ombligo.
“El ombligo es uno de los hábitats que tenemos más cercanos, y sin embargo es uno de los más desconocidos”, aseguran los investigadores, por lo que se propusieron ver qué bacterias los habitaban.
Dunn y sus colegas descubrieron que la diversidad microbiológica de los ombligos es enorme.
Todo un mundo de bacterias
En las 60 muestras que analizaron contaron al menos 2.368 especies distintas y sospecharon que tal número podría ser incluso mayor.
Pero la mayor parte de las bacterias que encontraron son bastante raras: 2.128 se hallaban presentes en los ombligos de tan solo seis personas.
De hecho, la mayoría estaban en tan solo un individuo.
Aunque no había especies comunes a todos los individuos, ocho tipos distintos de bacterias estaban presentes en al menos un 70% de los participantes.
Estas ocho bacterias conformaban casi la mitad de todas las encontradas.
¿Por qué tal nivel de diversidad? Dunn sospecha que algunos de estos microbios se han adaptado a la vida en contacto con la piel humana, mientras que otro están simplemente de paso.
Para entender mejor esto, ponen como ejemplo un estuario, donde algunos peces pasan un tiempo mientras que otros consiguen adaptarse y hacen de este sitio su habitat permanente.
De la misma forma, un número desproporcionado de los árboles de una selva tropical están adaptados de forma única al clima de los trópicos, mientras otros son capaces de crecer en este clima pero no pueden formar comunidades muy grandes.
A pesar de que la enorme riqueza de bacterias hace imposible predecir lo que se puede encontrar en el interior del ombligo humano, los investigadores pueden concluir cuáles de estas especias son las más comunes y cuáles son más raras.
Así que aunque tu ombligo no se llene cada día de pelusa no te preocupes: aun así seguirá siendo un lugar donde pasan cosas muy excitantes.
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