SANTIAGO.-El desbordamientos de pequeños ríos y cañadas que circundan esta ciudad, ha obligado a cientos de familias a buscar refugios en casas de vecinos y amigos, lo que es repetitivo para estos períodos de lluvias, sin que los gobernantes asuman medidas.
Riachuelos como el de Gurabo (este de la ciudad), Pontezuela (este), Jacagua (al norte), Quinigua
(noroeste), a los que se suman cañadas que en parte surten los primeros, por sus excesos de aguas, familias que residen en sus proximidades, se han visto en la necesidad de abandonar sus riberas para no ser arrastradas con lo poco que cuentan.
Una señora dijo en Gurabo que, “estaba cansada del problema que enfrenta cada vez que caen muchas lluvias, y que los moradores quemarían gomas para que el gobierno central les preste ayuda para superar la situación”.
Doña Rosa Olivo manifestó “es que nadie se conduele de los que no tenemos nada, y los políticos sólo nos visitan y compran en tiempo de elecciones”.
Don Paulino Martínez, un envejeciente, también de Gurabo, expresó que “quiero morirme tranquilo con una casita hecha en un terreno del que no tenga que salir corriendo cada vez que lleva”.
Ese es el mismo clamor aunque en escenarios distintos, de las familias con casuchas en riesgos de los riachuelos de Pontezuela, Jacagua, Quinigua, y de las dificultosas cañadas santiagueras, que aunque las aguas moderadas son benditas, pero si son en demasía, amarga la existencia a vulnerables grupos de la población dominicana.
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