30 julio 2016

El primer parque urbano bajo tierra del mundo estará en Nueva York

NUEVA YORK (EEUU). Fotografía del 23 de julio de 2016, del proyecto "Lowline Lab", la prueba piloto del que será el primer parque urbano subterráneo del mundo.
NUEVA YORK. Bajo tierra, escondido en el subsuelo de un mercadillo abandonado en el sur de Manhattan, una antigua estación de tranvías pronto albergará un subterráneo oasis verde, un proyecto inspirado en el famoso parque Highline de Nueva York y que verá la luz en 2020.

Es el Lowline, ideado en 2011 por el arquitecto y exingeniero de la NASA James Ramsey, que tras el éxito del Highline vio en la abandonada estación de tranvías del Bajo Manhattan el lugar perfecto para construir este innovador bosque vanguardista.
“El Lowline será el primer parque subterráneo de todo el mundo”, explicó a Efe la directora adjunta del proyecto, Robyn Shapiro, que afirmó que desde que el plan cuenta con el beneplácito del Ayuntamiento de Nueva York, el jardín “podría abrir sus puertas entre 2020 y 2021”.
El futuro parque interior recorrerá hasta tres cuadras bajo tierra, donde ahora se encuentra la antigua terminal del puente de Williamsburg, inaugurada en 1903 y que canceló su servicio en 1948. De momento, una primera demostración del espacio se exhibe en el antiguo mercado de la calle Essex, que alberga la prueba piloto: el “Lowline Lab”.
Este “laboratorio” piloto costó 200.000 dólares, que sus fundadores lograron gracias a una campaña de Kickstarter, y se puede visitar todos los fines de semana hasta marzo de 2017.
El equipo directivo del proyecto tiene hasta verano de ese año para recaudar los fondos necesarios para la construcción del proyecto final, que cuenta con un presupuesto aproximado de 70 millones de dólares.
Las obras empezarían en otoño de 2018, cuando el actual propietario del espacio, la Autoridad Metropolitana de Nueva York (MTA, por sus siglas en inglés), cedería la licencia del lugar.
En el “Lowline Lab”, esta primera prueba que no está aún bajo tierra pero sí en un espacio cerrado y oscuro, se pueden apreciar hasta 3.000 tipos de plantas distintas, experimento que servirá “para estudiar y determinar qué tipo de plantas crecen mejor bajo tierra”, subrayó Shapiro.
¿El secreto para mantener con vida y bien nutrida toda esta vegetación subterránea? Un innovadora tecnología de fibras ópticas y espejos consigue filtrar la luz solar desde la azotea del edificio hasta las plantas del interior.
Así, en la calle “se instalarán colectores de luz solar a lo largo de todo el día que reflejarán la luz de forma homogénea para todo el espacio bajo tierra”, señaló la directora adjunta del proyecto impulsado por los arquitectos James Ramsey y Dan Barasch.
La cantidad de luz absorbida a diario posibilitaría, a su vez, que la vegetación que se depositará en el Lowline hiciera su fotosíntesis de forma natural, ya sean los distintos tipos de plantas o los árboles de distintos tamaños.
Desde el consistorio, el proyecto, que se presentó por primera vez en 2011, se ve ya como un gran impulso para Nueva York y sus escasas zonas verdes.
“Nueva York nunca deja de innovar, eso es lo que la hace la ciudad más grande del mundo”, dijo la teniente de alcalde de vivienda y desarrollo económico de la ciudad, Alicia Glen, en un comunicado sobre el Lowline transmitido por el consistorio la semana pasada.
El futuro bosque bajo tierra tendría, además, un terreno irregular y ondulado que ayude a las plantas a orientarse según la necesidad de luz que tengan.
“Es una buena alternativa para poder pasear por jardines repletos de vegetación en los meses más fríos de invierno”, subrayó Shapiro.

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