LA HABANA. Diez años después de que Fidel Castro se apartara del poder, el paisaje de Cuba ha dado un giro sustancial: sin perder sus ideales revolucionarios y estructura comunista, el país se ha embarcado en reformas económicas de calado y se ha reconciliado con su histórico enemigo, Estados Unidos.
Convertido en una figura alabada y respetada, Fidel Castro cumple mañana una década retirado del poder, después de que el 31 de julio de 2006 la televisión cubana anunciara que el líder de la Revolución delegaba provisionalmente la jefatura del Estado en su hermano Raúl tras ser sometido a una complicada intervención.
Tras dos años de rumores y especulaciones en los que su salud fue “secreto de Estado”, su hermano Raúl Castro fue nombrado formalmente presidente del Consejo de Estado en febrero de 2008 y un mes después inició sus primeras reformas económicas.
Fue un relevo suave y sin traumas que terminó de consolidarse en 2011, con la elección del pequeño de los Castro como primer secretario del Partido Comunista.
Desde entonces Raúl, el artífice de la “actualización socialista”, emprendió una serie de ambiciosas reformas -aunque demasiado lentas para muchos-, como los espacios abiertos al sector privado, mayores facilidades a la inversión extranjera, o la eliminación de restricciones que agobiaron a los cubanos por décadas como los viajes al exterior o la compraventa de coches y casas.
En la Cuba de hoy, alrededor de medio millón de personas son “cuentapropistas”, una nueva clase de emprendedores, microempresarios y asalariados autónomos que han cambiado el panorama económico del país con miles de pequeños negocios como restaurantes, cafeterías, hostales, gimnasios o salones de belleza.
La vida del cubano en estos años experimentó un cambio importante con la reforma migratoria del 2013, que ha permitido que miles de residentes de la isla -que podían permitirse pasajes y con la suerte de obtener visados- salgan fuera del país y, en muchos casos, se recompongan familias fragmentadas durante años por el exilio.
La posibilidad de adquirir un coche, una vivienda, entrar en hoteles que antes solo admitían extranjeros o conectarse a internet -todavía prohibido en las viviendas- también ha aliviado parte de la presión que los cubanos afrontaban en el día a día.
Con todo, debido a los bajos salarios y las dificultades económicas que todavía atraviesan muchas familias, las reformas no han frenado el éxodo de cubanos, especialmente a Estados Unidos, alentados por los beneficios migratorios, como quedó en evidencia con la crisis desatada el año pasado por los emigrantes cubanos varados en Centroamérica.
Sin abandonar su fidelidad a las causas del mundo en desarrollo y la izquierda ni a sus socios “bolivarianos”, Raúl Castro ha tejido una política exterior más pragmática y abierta que le ha acercado, entre otros, a la Unión Europea, bloque con el que Cuba rubricó el pasado marzo su primer acuerdo de diálogo político y cooperación.
El cambio más radical
Aunque sin duda, el cambio más radical en la Cuba “raulista” ha sido el deshielo diplomático con la némesis de la Revolución, los Estados Unidos “capitalistas e imperialistas”, después de más de cinco décadas de hostil relación.
El 17 de diciembre de 2014, los presidentes Raúl Castro y Barack Obama anunciaron que Cuba y Estados Unidos restablecían relaciones, un giro diplomático que sorprendió tanto a la comunidad internacional como a los propios cubanos, que acogieron la noticia con optimismo y alegría, aunque con cierta cautela.
Desde esa fecha el pueblo cubano, que anhela el levantamiento definitivo del embargo que asfixia la economía, ha vivido acontecimientos impensables cuando Fidel dejó el poder: la bandera de las barras y estrellas ondea en una embajada de Estados Unidos y un mandatario de ese país viajó por primera vez en 88 años a la isla el pasado marzo, algo insólito en la Cuba revolucionaria.
En el último año, atraídos por ese aura de “isla prohibida”, miles de estadounidenses han visitado Cuba, que en 2015 batió el récord de 3,5 millones de turistas, un “boom” que está nutriendo la economía de vitales ingresos en divisas pero que también evidencia la endeble infraestructura del país.
También han acudido masivamente a Cuba empresarios e inversores de todo el mundo para explorar opciones de negocio y adelantarse a sus competidores estadounidenses ante un eventual fin del embargo, aunque la entrada de capital foráneo enfrenta aún obstáculos.
La Cuba del deshielo y las reformas también ha sido escenario de inauditos espectáculos, como el histórico concierto de los míticos The Rolling Stones -cuya música no fue bien vista por la ortodoxia en los inicios de la Revolución- en marzo de 2016 o el desfile de la casa Chanel en una céntrica avenida de La Habana dos meses después.
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